El 25 de diciembre de 1991 –hoy se cumplen 30 años– se produjo la dimisión de Gorbachov y la desaparición de la URSS, que pasó a ser la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y cuyo principal estado sería la Rusia de Boris Yeltsin.
La Unión Soviética ocupaba una sexta parte de la superficie terrestre, pero también los imperios tienen fecha de caducidad.
Gorbachov, con gran prestigio fuera del país (con el Nobel de la Paz), era menos popular dentro. Le pasó a Yeltsin el control del gobierno y en consecuencia el de las armas nucleares, cuyo uso peligroso se relacionó más que con su ideología con su afición etílica.
Otro día señalado, el 31 de diciembre de 1999, el testigo pasó de Yeltsin a Putin, que lo retiene y va para largo.