Tres cosas básicas para convivir con la pandemia

30 noviembre 2020 09:20 | Actualizado a 12 diciembre 2020 21:44
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1. El bombardeo diario de cifras de contagios, ocupación de camas, fallecimientos, produce un efecto de acostumbramiento. Es una estimación personal, no un dato científico. Pero comprobable por cada uno de nosotros. Estamos conviviendo con el virus, es inevitable, pero no estamos tomando todas las medidas posibles para evitar su propagación. Las autoridades ponen y retiran medidas preventivas, horarios, número de personas que pueden reunirse, lugares a los que se puede o no se puede acceder. Está bien como guía general de comportamiento. Pero todos sabemos que cada uno de nosotros somos quienes debemos ser precavidos las 24 horas del día en lo que hacemos y como lo hacemos. Pongo un ejemplo: hay presión social para que las jornadas festivas no pierdan sus características habituales. Y si tienen que ser diferentes, que lo sean «lo menos posible». Se discute si la hora de toque de queda tiene que ser la una de la madrugada o media hora después. Algunos ya especulan poder saltarse esta restricción, reuniéndose al caer la tarde. Se crea la falsa sensación de que si a esa hora nos reunimos varias personas y no tenemos en cuenta todas las precauciones necesarias, no habrá contagio. Si lo pensamos un momento, llegaremos a la conclusión de que no es así. Tenemos que asumir que los verdaderos custodios de nuestra salud y por tanto la de nuestros familiares y amigos, somos nosotros mismos. Si decido prescindir de una reunión, si utilizo mascarilla, si me lavo las manos, si no salgo a la calle salvo que sea muy necesario, si evito aglomeraciones, todo eso será mucho más efectivo en la prevención que si me limito a cumplir las recomendaciones oficiales.

2. Hay quienes evitan leer las noticias sobre el número de fallecimientos, o la situación en los hospitales, el agotamiento del personal sanitario, o las persistentes secuelas del virus en personas jóvenes o de mediana edad: fuertes dolores musculares, trastornos gástricos severos, pérdida de memoria, etc. Es una reacción natural. «Me pone mal leer esas noticias…» alegan algunos. Sí, nos pone mal, pero es la realidad. Y hay que conocerla. Es nuestra responsabilidad, la de cada uno de nosotros. Hasta los animales aprenden instintivamente a prevenir riesgos. Por lo general evitan cruzar ríos que les pueden arrastrar, esquivan otros animales que aunque más pequeños les pueden dar una picadura mortal o descartan ingerir algún fruto tóxico. Nosotros, que tenemos más capacidad para discernir, no podemos desconocer o ignorar la realidad.

3. Otro elemento que cada día ocupa más espacio en los medios es el de las vacunas. En plural, porque son varios los laboratorios y países que dicen haber logrado una vacuna eficaz para prevenir el coronavirus. Primera aclaración: las vacunas previenen, no curan la enfermedad. Segunda, las autoridades sanitarias que controlan y regulan las vacunas, no autorizarán aquellas que no cumplan los requisitos exigidos. Eso nos lo recuerdan los expertos, como por ejemplo, Margarita del Val, viróloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, reconocida internacionalmente por sus conocimientos y en los últimos meses por su dedicación a estudiar la Covid-19 y su propagación.

Ella nos dice que la única estrategia que tiene el virus es multiplicarse, y que para ello necesita contagiar. Los humanos somos los vehículos para la transmisión del coronavirus. Cuantas más personas haya vacunadas antes del contagio, estaremos poniendo freno a la propagación del virus. En este momento se estima que la vulnerabilidad, o sea la posibilidad de contagio, alcanza al 80 u 85% de la población. Del Val nos recuerda que dada la urgencia de disponer de una vacuna efectiva, se han multiplicado las pruebas con miles de voluntarios. Las vacunas que se autoricen serán aquellas que superen los requisitos exigidos. En este caso, también dependerá de nosotros utilizar el escudo que puede significar la vacuna para evitar el contagio. Pero también de las medidas de prevención que adoptemos cada día. Nos estaremos protegiendo nosotros y estaremos protegiendo a los demás. Margarita del Val cree que no es necesario dramatizar, pero afirma que los ciudadanos tienen que conocer la gravedad de la situación. Sobre la posible relajación de las medidas durante las fiestas navideñas, la viróloga advierte que la cuesta de enero será muy dura si no se adoptan medidas preventivas. Añade que entiende que no se quiera alarmar a la población, «pero hay que ser serios». Cree que la prioridad sanitaria debería estar por encima de cualquier otra, incluso de la política. Reclama fidelidad en los datos y responsabilidad. Lamentablemente, la clase política en general -habrá excepciones, claro- ha sido incapaz de actuar coordinadamente. Ni siquiera ante una emergencia sanitaria que pone en riesgo a toda la población. Los ciudadanos tenemos que evitar sumarnos a la confrontación y por el contrario, exigir a los políticos que asuman lo que se espera de ellos: que tomen las medidas necesarias para reducir los alcances de la pandemia. Hoy, la principal, es dotar al sistema público de salud de los medios y los recursos necesarios para su buen funcionamiento. Entre ellos, retribuciones que compensen la tarea de su personal, y eviten el éxodo hacia otros países. Las carencias de hoy, los riesgos de colapso, son el resultado de muchos años de abandono. Ya es hora de recuperar el tiempo perdido.

Carlos Iaquinandi Castro: Periodista. Fundador del Centro Latinoamericano de Reus, miembro de diversas plataformas sociales, coordinador de la  Agencia SERPAL (Servicio de Prensa Alternativa) y colaborador de diversos medios de comunicación internacionales.

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