Turistas

Hace un tiempo que el turista sufre el rechazo de algunos colectivos en ciudades como Barcelona. A conciencia o no, asumen los argumentos del ‘lobby hotelero’ y fijan el blanco en las viviendas de uso turístico: negocios que viven en la ilegalidad, en portales que no son touroperadores, cobran ‘en B’ y atraen a jóvenes low cost indeseables, que beben alcohol hasta perder el sentido. Y que, encima, son tan rácanos que no se gastan un céntimo más allá de su alojamiento. El ciudadano de a pie, se ve que de esos turistas no cata ni un euro. Así que guerra a la vivienda de uso turístico (por el bien de la ciudadanía).

¿Estereotipos? Muchos. ¿Datos? Pocos. Pero uno es constatable: mucha de esa oferta vive en la ilegalidad, cierto. Se olvidan de precisar que, si esa oferta es ilegal, es porque en ciudades como Barcelona pesa una moratoria sobre la concesión de licencias. Si quieres ser legal, no te dejan. O tienes pasta de verdad para montarte un hotel o un bloque de apartamentos turísticos, o vete olvidando de competir con el pisito de los abuelos del Poble Sec. Con el plus de que las críticas salen de la progresía más progre y más vecinal y más todo, que se pregunta «qué modelo turístico queremos».

Datos. Como los que presentó anteayer Esade. El gasto medio de quien se aloja en una vivienda de uso turístico es de 726 euros, de los que 477 son fuera del alojamiento. Un 32% de ese dinero va a comercios de proximidad, un 34% a otros comercios y un 34% a actividades y transporte. ¿Perfil? Una media de edad de 47 años y familias en un 83% de los casos. Los típicos fiesteros ruidosos que sólo gastan en tabaco y alcohol. Y resulta que un tercio de ellos no escogería un destino donde no pudiera alojarse en una vivienda de uso turístico. ¿De verdad este perfil de turista es la peste? Que los del «modelo turístico» se lo hagan mirar.