Un Black Friday con sabor local

Hoy se celebra el Black Friday, otra de esas fechas pensadas para comprar lo que no necesitamos. El bombardeo es implacable, sobre todo por parte de grandes plataformas de comercio online. Y, en realidad, ahora que lo pienso, necesito unos zapatos nuevos.

Pero, después de ver lo triste que ha estado en los últimos tiempos Tarragona, con los bares y muchos comercios cerrados que han vaciado de vida el centro de la ciudad, creo que optaré por una de esas tiendas donde pueda ver, tocar, oler, probarme los zapatos y conversar con la dependienta. Uno de esos comercios familiares donde te reciben con una sonrisa. Quizá así contribuya a que el zapatero pueda tomarse una caña en el bar que está al lado de su tienda, que el camarero del bar conserve su trabajo y pueda ir al cine con su novia, que la chica que trabaja en el cine compre una bata para su madre en esa lencería que queda bajo su casa, que la dueña de la lencería tenga dinero para encargar un armario en la tienda de muebles que hay frente a su negocio, que el carpintero pueda seguir comprando el periódico y que los periodistas podamos comprar unos zapatos. Sí, quizá caiga y me compre algo en este Black Friday. Será un pequeño gesto, pero, como dice un buen amigo mío, el mundo se mueve más impulsado por los pequeños gestos que por las grandes revoluciones.