Un baño de realismo

Catalunya precisa un president o presidenta y un Govern que pueda ejercer sin estar pendiente del juzgado

12 enero 2018 11:28 | Actualizado a 22 febrero 2018 17:46
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Poco a poco el independentismo regresa a la realidad y, a fuerza de sucesivos tropiezos, parece haber aprendido la lección. El anuncio de Carme Forcadell de no repetir en la presidencia del Parlament (por consejo de sus abogados), el abandono de la política activa por parte del ex conseller y diputado electo, Carles Mundó, la dimisión de Artur Mas de la presidencia del PDeCAT, y la renuncia a la vía unilateral ante el juez Pablo Llarena por parte de Joaquim Forn, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, allanan el camino hacia una situación de normalidad política que permita recuperar el sosiego y la confianza en Catalunya, factores fundamentales para la recuperación económica, el regreso de las empresas que trasladaron sus sedes sociales y para ofrecer al exterior nuevamente la imagen de país incomparable para el disfrute vacacional. Queda pendiente el paso fundamental y definitivo que debe dar Carles Puigdemont. Tanto un informe jurídico encargado por el Gobierno central como el dictamen de los letrados del propio Parlament consideran inviable una investidura del president en remoto. El acto de investidura debe ser presencial e indelegable, dicen todos los expertos. Del mismo modo se considera que si la Mesa del Parlament intentara forzar el Reglamento de la Cámara para dar cobertura legal a algún tipo de astucia para investir a Puigdemont sin que pisara el hemiciclo, el acto sería inmediatamente recurrido por los propios grupos de la oposición en el Parlament y por el propio Gobierno central.
Junts per Catalunya y ERC deben explotar su victoria electoral eligiendo a un president o presidenta que pueda ejercer sus funciones con un Govern que igualmente no tenga que estar pendiente de los juzgados. Catalunya lleva ya demasiados días sin Govern. Las cuestiones pendientes comienzan a acumularse y no son pocos los sectores que ya dan síntomas de agotamiento porque el gobierno sustitutorio se limita a superar el día a día. Catalunya necesita volver al realismo. 

 

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