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Un día triste para la democracia
Catalunya vivió ayer un episodio al que no se tenía que haber llegado nunca. La imagen del expresident de la Generalitat, Artur Mas, y de las exconselleras Ortega y Rigau, sentados en el banquillo es impropia de una democracia occidental avanzada y delata el gran fracaso de la política. Añade mayor lamento el hecho de que este juicio no servirá para nada, sea cual fuere la sentencia. Incluso es muy probable que el tribunal dicte un fallo absolutorio. El procedimiento penal es muy escrupuloso y para que haya una sentencia condenatoria no debe existir la más mínima duda de la culpabilidad del acusado. En estrictos términos jurídicos, el proceso contra Mas, Ortega y Rigau ofrece diversos puntos cuando menos dudosos, por lo que no son pocos los juristas que se inclinan por considerar que es muy factible que el tribunal aplique el principio de in dubio pro reo, es decir, en caso de duda, fallar a favor del procesado. Si lo que pretendía el Gobierno central con la judicialización del conflicto catalán era menoscabar la imagen de los dirigentes independentistas y amedrentar futuras iniciativas secesionistas ha conseguido todo lo contrario en ambos objetivos. La inquina hacia Madrid ha ganado muchos enteros y es muy probable que faltarán banquillos para ubicar a los próximos procesados. Es increíble que Rajoy no haya sido capaz de dar ni un solo paso, ni uno solo, para avanzar hacia una solución negociada. En este caso el dontancredismo no funcionará.
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