Un inepto para la historia

19 mayo 2017 21:24 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:16
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Nuevo día para la historia. Y van... Los noticiones de ayer llegan menos de 24 horas después de que el presidente del Gobierno convocase elecciones y pusiese fin a la X legislatura de la democracia española. Y con tantos días históricos por en medio, ¿qué pasará a la historia de los cuatro años de mandato de Mariano Rajoy? Este tiempo quedará marcado en el imaginario colectivo como el de los durísimos años en que muchas familias españolas volvieron a ver emigrar a sus hijos, nietos y hermanos; y en que a otras muchas las desahuciaron del piso nuevo en el que habían invertido los ahorros y las ilusiones de una vida. En política, lo recordaremos como el de la abdicación de un rey y de los casos de corrupción socavando la médula de los partidos hegemónicos en España y Catalunya, llevándose por delante a referentes del pasado reciente como Jordi Pujol y Rodrigo Rato. Y también de la expansión del independentismo en Catalunya hasta convertirse en un movimiento de masas y en la ideología política mayoritaria en la comunidad.

Con todos estos asuntos ha tenido que lidiar Rajoy, pero en ninguno ha tenido un protagonismo activo determinante, con lo que mi conclusión es que el presidente del Gobierno pasará a la historia como un actor menor, al menos por su papel en esta legislatura. De lo que esté por venir, el futuro dirá.

Profeta de la inacción, Rajoy ha sido, a mi juicio, el presidente más inepto de la democracia. Lo malo del personaje es que su incompetencia ha alcanzado a todas sus facetas como político, en las que hay que incluir la de máximo responsable del Partido Popular desde 2004 –periodo sobre el que se acumulan las investigaciones por corrupción, respecto a la cual ejerció de Don Tancredo, en el mejor de los casos– y su etapa como líder de la oposición, en la que torpedeó el Estatut para su beneficio electoral y puso las bases del follón actual. Ayer mandó un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos españoles y catalanes. Yo no estaré tranquilo hasta perderle de vista.

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