Un juicio para la historia

El accidentado traslado de los ex altos cargos de la Generalitat presos en diversas cárceles catalanas ha sido el preludio de un juicio histórico que desbordará todos los márgenes habituales de cualquier procedimiento judicial. Todo cuanto suceda en esta causa será meticulosamente analizado por observadores nacionales e internacionales de toda índole. El propio traslado, quince días antes del señalamiento de la vista, ha dado pie a las primeras críticas. Un autobús de la Guardia Civil les trasladó ayer a las madrileñas cárceles de Soto del Real (para los siete varones) y Alcalá Meco (las dos mujeres), donde estarán ingresados durante la celebración del juicio. Los nueve líderes que serán juzgados realizaron un trayecto que se prolongó entre siete y ocho horas en condiciones lamentables. Viajaron en el vehículo que emplea la Benemérita para el traslado de los presos, en el que cada uno de ellos ocupa una pequeña celda individual, con un banco de metal, un cuarto de baño y una ventana, con rejas, que da al exterior. El habitáculo es del tamaño del baño de un avión. Todos ellos iban vestidos de consellers, con el pin cuatribarrado del Govern en la solapa para que quedara claro por qué están presos y por qué serán juzgados. Durante el trayecto alguien grabó un vídeo que al poco rato se había convertido en viral en las redes. La Dirección General de la Guardia Civil investiga las circunstancias de la grabación a todas luces injustificable. Miles de personas les despidieron a ambos lados de la carretera, entre gritos de «libertad». El presidente de la Generalitat ha leído la declaración en inglés y en catalán. Torra ha instado a la comunidad internacional a estar atenta al juicio y ha enviado un mensaje al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: debe tener «coraje» y «emprender los cambios democráticos» que España «necesita». «El juicio cambiará para siempre nuestro país y su relación con el Reino de España», ha dicho. No estamos ante un juicio al uso. Hará falta mucha altura de miras para resolver políticamente lo que se estropeó por falta de política.