Un preocupante desconcierto

La alternativa de Torra y Puigdemont de fomentar  el deterioro institucional sólo puede conducir a la aplicación de otro 155

 

04 octubre 2018 17:21 | Actualizado a 04 octubre 2018 17:34
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El president Quim Torra está sumido en un profundo desconcierto que se acrecienta cada día que pasa. Por un lado, el nacionalismo moderado, cada vez más invisible, pero todavía existente, le pide que busque un desenlace a la endiablada situación creada por el fracaso del procés; por otro lado, el nacionalismo radical le exige que mantenga la lógica inflexible del procés y que materialice a plazo fijo la independencia que se derivaría del referéndum del 1-O. Si hace lo primero, los soberanistas radicales le insultan a placer. Si hace lo segundo, se aboca a un nuevo naufragio. El dilema es endiablado pero resulta absolutamente pueril orientarlo hacia el chantaje al gobierno. Como dijo Miquel Iceta minutos después del ultimátum del pasado martes, no tiene sentido emplazar al Gobierno para que negocie con la Generalitat un referéndum acordado de autodeterminación porque lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, como dijo el torero. Todo el mundo sabe que ni este Gobierno ni ningún otro negociará con la Generalitat la soberanía de Catalunya, por lo que el recurrente retorno al asunto resulta sencillamente absurdo. Y la realidad es la que es: cualquier salida razonable y posible pasa por una lenta recuperación de la confianza entre las partes -en medio de insultos de los radicales, la CUP y los CDR- y por el desarrollo paciente de la propuesta socialista contenida en la llamada declaración de Granada y ya esbozada por Pedro Sánchez a su llegada al gobierno: una reforma estatutaria, inserta en una reforma constitucional. Esos hitos, que podrán enunciarse con estas palabras o con otras distintas, contienen los únicos referéndums posibles a los que en estos momentos se puede aspirar. La alternativa de Torra y Puigdemont es fomentar progresivamente el deterioro institucional hasta el retorcimiento del Estado de Derecho, en cuyo caso el gobierno de turno aplicará el artículo 155 como ya sucedió, que supondrá una parálisis ilimitada de la situación y un impasse político que esta vez puede durar años. ¿Quién sale ganando?

 

Comentarios
Multimedia Diari