Un sector innovador y estratégico para el desarrollo sostenible

Artículo de opinión de Antón Valero, presidente de Feique

26 marzo 2018 10:26 | Actualizado a 07 junio 2018 10:02
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España es uno de los países con mayor implantación de industria química de Europa, un sector muy diversificado que abastece al 98% de las actividades productivas y cuyas positivas perspectivas de crecimiento suponen una potencialidad competitiva cimentada sobre una fuerte base innovadora. De hecho, el sector químico es el que más invierte en I+D+i -25% del total industrial- y que cuenta con un mayor número de investigadores contratados respecto al conjunto de la industria -22,3%-.

No se debe perder de vista que estamos hablando de un sector enormemente permeable que está presente prácticamente en todos los sectores económicos al contribuir de forma constante a ofrecer soluciones globales y sostenibles a un amplio abanico de retos y demandas sociales relacionados con la energía y el cambio climático, agua y alimentación, crecimiento demográfico y salud, mantenimiento de recursos naturales y protección del medio ambiente.

En 2015 estas demandas sociales fueron sintetizadas en 17 Objetivos dentro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible marcada por la ONU, lo que constituye un reto sin precedentes que exige la confluencia de soluciones políticas, económicas, ambientales, sociales y muy especialmente científicas y tecnológicas, ámbitos en los que la industria química lleva mucho tiempo contribuyendo activamente.

Para responder con solvencia a estos desafíos globales, el sector químico está focalizando sus esfuerzos, especialmente en los últimos tiempos, en favorecer un modelo productivo circular y bajo en carbono, en línea con las directrices de la Unión Europea y la recientemente publicada Estrategia Española de Economía Circular. Según un reciente estudio sobre Economía Circular llevado a cabo en 2017 por la consultora Accenture, las tecnologías desarrolladas por la industria química harán factible que para 2030 la eficiencia energética se haya multiplicado por 20 con respecto al momento actual.

Esta transición de una economía lineal a una circular y descarbonizada está adquiriendo una especial relevancia tanto como modelo productivo como de negocio, pero es necesario que se aborde de manera paulatina y dando flexibilidad a las empresas para una adaptación efectiva que no les deje fuera del mercado. Avanzar hacia una economía circular puede aportar muchos beneficios a la sociedad, desde luego, pero requerirá de tiempo, esfuerzo e inversiones, y sobre todo, requerirá de una estrecha colaboración entre todas las partes: desde las empresas, a la sociedad civil, el mundo académico hasta los responsables políticos.

Por citar tan sólo algunos ejemplos, en el capítulo de la energía, un recurso clave para cualquier actividad humana, la química y la ingeniería trabajan en busca de soluciones desde diferentes enfoques que van desde la producción y almacenamiento de renovables, hasta el desarrollo de tecnologías aplicables a otros sectores que les permite reducir su huella de carbono. Hay que tener en cuenta que la generación de energía produce en torno al 60% de las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero y que la propia Unión Europea ha establecido ambiciosos objetivos entre los que se contemplan reducciones de estos GEI de entre el 80 y el 95% - respecto a 1990- para el año 2050.

Pero quizás, lo más importante es que el sector químico es proveedor de soluciones sostenibles tanto para otros sectores productivos como para los consumidores finales ya que ha permitido que muchas cadenas de valor hayan ganado en eficiencia proporcionando, por ejemplo, materiales de aislamiento para la construcción, materiales para una iluminación eficiente, tecnologías de ahorro de combustibles, materiales ligeros para el transporte y avanzados para energías renovables, además del uso de materias primas alternativas y renovables para elaborar productos, entre otras muchas aportaciones que han hecho posible maximizar la eficiencia de los recursos. 

El uso de materiales y productos químicos contribuye sustancialmente a reducir la demanda de energía y las emisiones de muchos sectores. Según un estudio publicado en 2009 por la ICCA (International Council of Chemical Association) en el que se recopilaban varios análisis del ciclo de vida de los productos químicos, por cada unidad de carbono emitida por la industria química en 2005, los productos que fabricó habían permitido un ahorro de hasta 2,6 unidades equivalentes de CO2 durante todo el ciclo de vida de dichos productos.

No quiero finalizar sin destacar que el compromiso del sector químico con la sostenibilidad no es algo nuevo, sino que viene recorriendo una larga trayectoria iniciada ya hace 25 años con el programa voluntario Responsible Care, iniciativa que se aplica ya en 67 países de todo el globo y que representa el compromiso del sector con el Desarrollo Sostenible. Este programa pionero, ha permitido a esta industria evolucionar y obtener importantes mejoras en el desempeño de su actividad desde la perspectiva también de las Responsabilidad Social Empresarial.

Las alianzas y colaboración entre todas las partes que componen nuestra sociedad son esenciales para poder avanzar en el camino de la sostenibilidad. Las estrategias empresariales, no pueden quedar al margen de este hecho y necesariamente están abocadas a conectar con las prioridades globales si quieren tener un futuro competitivo creando un valor real.

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