Una diplomacia más activa

El Gobierno está interesado en potenciar la acción exterior en cuanto se aquieten las aguas de la pandemia, para regresar a la escena internacional

29 enero 2021 10:09 | Actualizado a 29 enero 2021 10:13
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El Gobierno aprobó el martes  la Estrategia de Acción Exterior (2021-2024) que será remitida al Parlamento para su debate y aprobación. El plan, de un centenar de páginas, que sucede a un gran vacío teórico (el anterior Plan fue el de 2015-2018), describe una globalización en crisis, surcada por cuatro grandes brechas -socioeconómica, climática, tecnológica y política- en la que España busca más protagonismo a partir de su apuesta por un «multilateralismo reformado y reforzado»; una «Europa federal y más fuerte»; «un bilateralismo estratégico» y un «compromiso solidario». Este Gobierno está interesado en potenciar la acción exterior en cuanto se aquieten las aguas de la pandemia, entre otras razones para regresar a la escena internacional después de un largo paréntesis caracterizado por la inestabilidad interna española.

El documento, muy compacto, señala que la llegada de la administración Biden «abre un escenario más optimista» y «una oportunidad que hay que aprovechar».  En relación con la UE, el Gobierno impulsará «una Unión Europea más federal», con mayor autonomía estratégica, más competencias y la ampliación a más ámbitos de la mayoría cualificada, en lugar de la unanimidad (España presidirá la UE en el segundo semestre de 2023). Se impulsará la relación de la UE con América Latina, que celebrará en el periodo diversos centenarios de la independencia. Se abona un «Sistema Europeo de Inmigración y Asilo, bajo el principio de solidaridad y reparto equitativo de la responsabilidad, y una gestión integral de las fronteras exteriores». Se buscarán «relaciones más equilibradas» con China.

El documento incluye una reforma a fondo del servicio exterior. Es evidente que el papel del diplomático, en un mundo sin distancias en que un Consejo Europeo puede celebrarse ya por videoconferencia, ha de ser muy distinto del hace apenas unas décadas, cuando el embajador era realmente el emisario político que dirigía in situ las relaciones con el país de destino. Las legaciones diplomáticas del futuro deben ser la base para la acción exterior no sólo del Estado sino también de la sociedad civil, la sede de la información que precisa el comerciante para instalar su negocio, el importador para encontrar ofertantes, el español trasterrado y con problemas que necesita asistencia.

Antonio Papell: Periodista.

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