Una oportunidad al diálogo

Ningún partido ha sido capaz de liderar una tercera vía que rompa el maniqueísmo actual. Estamos atrapados entre los extremismos del PP y los independentistas

12 septiembre 2017 09:50 | Actualizado a 12 septiembre 2017 09:55
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Barcelona vivió ayer una nueva manifestación masiva con motivo de la Diada. En esta ocasión, la concentración en las calles de la capital catalana se convirtió en un acto multitudinario de apoyo al voto afirmativo en el referéndum del próximo día 1 de octubre. El indudable éxito de movilización popular que ha supuesto la concentración, en un ambiente cívico y festivo, añade complicaciones a la única respuesta que hasta ahora ha sabido oponer el Gobierno del PP a la hoja de ruta del procés. La respuesta judicial puede ser viable cuando se ejerce contra minorías insignificantes, pero es de difícil justificación cuando la aplicación represiva pretende torcer voluntades políticas, si no mayoritarias, ostensiblemente numerosas. Con la nueva exhibición de músculo popular, Mariano Rajoy debería prever que el día 1 de octubre podrá dinamitar efectivamente la celebración de una consulta mínimamente computable, pero no habrá eliminado el problema. Todo lo contrario. Con toda seguridad, el problema se hará más grande, hasta el punto de que ya no tenga solución. Es lamentable que, por la inoperancia de nuestra clase política, se haya llegado a este extremo de enfrentamiento radical. Estamos instalados en una situación maniquea en la que sólo hay dos opciones posibles: o seguir como estamos o la ruptura. Más lamentable resulta la situación cuando, de la mera observación social, es fácil deducir que una gran parte de la población no es partidaria de las vías radicales y que preferiría una fórmula que diera respuesta a las reivindicaciones de Catalunya sin necesidad de echar por la borda todos los lazos, que no son pocos, que unen Catalunya y España. ¿Cómo es posible que ningún partido o alianza entre diversas formaciones hayan sabido liderar una tercera vía consistente? Ni los socialistas, ni Podemos, ni Ciudadanos han sido capaces de lanzar un puñetazo político a la situación que rompa el maniqueísmo imperante. Cegados por sus partidismos han dejado el país al albur del enfrentamiento entre los radicalismos del PP y del independentismo. 

 

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