Una piscina hinchable en casa, un peligro

30 mayo 2020 11:50 | Actualizado a 31 mayo 2020 08:25
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El coronavirus, las complicaciones para ir a la playa o a una piscina pública y el calor que ya se adivina se han confabulado para que se dispare la venta de piscinas hinchables y portátiles, hasta el punto de que la facturación se ha incrementado en un 195% y algunos comercios se han quedado sin existencias.

Y ya saben dónde tienen que pedirlas: efectivamente, a China, por supuesto, ¿para qué las vamos a fabricar aquí si las podemos importar? Y como en este país somos de los que ande o no ande, caballo grande, pues las que más se demandan son las tubulares, las grandes.

Pero si lo que están pensando es colocarla en la terraza de su vivienda o en la azotea, permítanme que les agüe –nunca mejor dicho– la fiesta: ni se les ocurra. Los especialistas advierten de que solo 20 centímetros de agua –o sea, para mojarse los tobillos– supondrán una sobrecarga de 200 kilos por metro cuadrado, que ya es el máximo permitido.

Y si al peso del agua se le suma el de la propia piscina más el de los usuarios y el balanceo del agua al meterse dentro y jugar, la sobrecarga concentrada creará grietas automáticamente y hasta desplomes de terrazas y balcones. O sea, que déjense de pensar en grande y al menos esta vez opten por piscinas para bebés. No será lo mismo, seguro, pero se pueden evitar un buen susto.

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