Una tragedia que no podemos normalizar

03 diciembre 2021 16:10 | Actualizado a 03 diciembre 2021 16:44
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Hemos normalizado un fenómeno tan vergonzoso de tal manera que ya ni siquiera nos impacta, a pesar de ser una tragedia que sucede aquí, en nuestras costas. La última víctima mortal de la llamada Ruta Canaria apenas tenía dos meses de edad y falleció anteanoche, cuando intentaba llegar a Fuerteventura en brazos de su madre en una lancha neumática que había salido de un punto cercano a El Aaiún, en el Sahara Occidental.

La madre, que viajaba con él en brazos, pensaba que venía dormido, hasta que los equipos de rescate se percataron de que el bebé estaba en parada cardiorrespiratoria. Los intentos de reanimación no sirvieron para devolverlo a la vida. Quienes participaron en ese rescate aún recuerdan al bebé de siete meses que murió en julio de 2006 tras sufrir una parada cardiorrespiratoria después de que la patera en la que viajaba junto a su madre fuera localizada a la deriva a nueve millas de Fuerteventura.

Quince años después la historia vuelve a repetirse. No hemos avanzado nada. ¿Cuántos bebés, cuántas personas más deben morir antes de que hagamos algo para detener tanta tragedia? ¿Qué más tiene que pasar para que dejemos de mirar hacia otro lado, como si la mala suerte de estas personas no fuera con nosotros? Como decía Mahatma Gandhi, «lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena...».

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