Unos se van y otros no quieren venir

La imagen pujante de Barcelona está herida de muerte y con ella la de toda Catalunya. Hay que enderezar el rumbo

 

21 noviembre 2017 19:15 | Actualizado a 21 noviembre 2017 19:18
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Los cálculos de los beneficios que hubiera reportado a Barcelona la Agencia Europea del Medicamento son desesperantes. Desesperantes por el valor de lo que se ha dejado escapar. Cerca de mil puestos de trabajo directos y otros 5.000 indirectos según el Cercle de Salut de Catalunya. Los congresos, conferencias y foros profesionales que congrega la AEM hubieran reportado asimismo miles de reservas hoteleras al año, con la consiguiente repercusión económica inducida hacia el comercio, la hostelería y demás servicios de la ciudad. Pues bien, todo esto que Barcelona tenía en la mano hace sólo unos meses se ha evaporado ante nuestras atónitas narices. Hay coincidencia general en que la capital catalana aportaba argumentos imbatibles para hacerse con la sede de este organismo europeo. El peso de su sector farmacéutico y sanitario, el ofrecimiento de la icónica Torre Glòries (antigua Torre Agbar) como edificio singular y céntrico para las oficinas, las buenas conexiones aéreas y ferroviarias, las escuelas internacionales y la buena predisposición de la plantilla actual de la agencia para trasladarse de Londres a Barcelona le otorgaban grandes ventajas respecto a otras candidatas como Atenas, Bonn, Bratislava, Bucarest, Dublín, Helsinki, Lille, Milán, Oporto, Sofía, Estocolmo, Malta, Viena, Varsovia o Zagreb. Finalmente ha sido Amsterdam la que se ha llevado el gato al agua.
No ha tardado en llegar el cruce de acusaciones. El Gobierno central ha acusado al procés independentista. Los independentistas han acusado al Gobierno central por la implantación del 155. Lamentable infantilismo. Es de libro que cualquier proyecto empresarial, institucional, de ocio o de cualquier otra índole huye de las situaciones de conflicto. La imagen pujante de Barcelona está herida de muerte y con ella la de toda Catalunya. La fuga de empresas será tan grave como la renuncia de otros proyectos a asentarse en la Ciudad Condal. Hemos sufrido el primer aviso. O enderezamos el rumbo o el país está abocado a una profunda crisis.

 

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