Viejas mentes y jóvenes tecnologías

Tenemos que denunciar la digitalización masiva que se está haciendo, ante la indefensión que sufren muchas personas mayores
 

09 diciembre 2021 12:30 | Actualizado a 09 diciembre 2021 12:37
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La obligación del pasaporte Covid en algunos sectores claves de la economía, vuelve a discriminar a las personas mayores, que no disponen de ordenadores ni smartphone, y ni si quiera saben cómo utilizarlos. Gente mayor que no sabe cómo acceder al pasaporte Covid, de obligada presentación, por ejemplo, en reuniones familiares en los restaurantes. Entre otras masivas reivindicaciones que afectan a personas jubiladas, esta operación digital que se impone a los recursos a los que no tiene acceso la gente mayor, ha llevado a protestas colectivas en las que partidos políticos y plataformas, que entre sus militantes o simpatizantes tienen a gente mayor, han obligado al gobierno a presentar el anteproyecto de ley por el que los bancos, otro ejemplo, han de atender a sus clientes de forma física, durante todo el día y los 365 días del año. El despido masivo de empleados de la banca, vinculado al cierre de 700 oficinas en el país (el 13% de la red) está llevando a la operatividad digital en este sector, siendo las personas mayores las más damnificadas por carecer de los medios y conocimientos para operar online.

La norma, que afectará, también, a otros sectores como el de las eléctricas, el servicio de agua, telecomunicaciones, audiovisuales de pago, servicios postales y, por supuesto, las entidades financieras, deberán tener un servicio de atención personalizada, para aparcar por fin a los robots telefónicos, esos contestadores automáticos que suelen provocar irritación y enfado a más de uno.

Tenemos que denunciar la digitalización masiva que se está haciendo, ante la indefensión que sufren muchas personas mayores. Esta situación nos ha de hacer reflexionar, porque hay gente mayor que no tiene acceso a las redes digitales, ni tiene porqué hacer un cursillo para conocer el funcionamiento de un simple cajero automático.

Desenfrenadamente, las personas mayores de 65 años se han visto abocadas a un urgente ajuste a las nuevas tecnologías, teniendo que pedir ayuda a voluntarios o vecinos, para adaptarse a las nuevas exigencias del día a día. Para subsistir un día más a esta desenfrenada carrera tecnológica que le está imponiendo la juventud. Gente joven en la alta dirección de las empresas que sólo piensa en la superación de una gestión competitiva, sin pensar en las consecuencias que tiene para otras personas esta lucha por conseguir las mejores cotas del poder tecnológico.

Cierto es que para algunos mayores el cambio tecnológico es menos disruptivo, porque parte de nuestra vida personal y laboral se está acomodando en los dispositivos de móviles y el uso de internet, pero no es menos cierto que para otras personas con avanzada edad (la generación silenciosa que padeció grandes penurias entre los años 1920 y 1945, y para los Baby boomers, nacidos en las dos décadas posteriores a la posguerra), el paso a las nuevas tecnologías está resultando una experiencia profundamente retadora; excluyéndoles, incluso, de esa sociedad que ellos mismos han construido con muchísimo esfuerzo y trabajo.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, más conocida como el club de los países ricos, ha desarrollado diversos estudios en los que analiza el uso de las nuevas tecnologías. Estudios en los que se puede comprobar como en los países más desarrollados, el 49,8% de las personas entre 65 y 74 años, tienen acceso a internet y hacen uso de éste, a diferencia de la población entre los 16 y 24 años donde el 95,9% hace uso de estas tecnologías.

Si hay mayores entre 65 y 74 años que han sido capaces de adaptarse a las nuevas tecnologías, los que están en estos momentos en la barrera de los 50 años lo han hecho desde el momento en que comenzó su vida laboral, con la aparición de Windows 95, en los años 90, en aquellos momentos, gente joven que vivía en su treintena. Los problemas de mucha gente mayor con las nuevas tecnologías no nos pueden hacer obviar la necesidad de seguir avanzando en este campo. Por supuesto que no. Aunque ello no nos ha de llevar a olvidar la deshumanización que están provocando los grandes bancos y las empresas de servicios en la atención personal.

Las nuevas tecnologías han de ser el camino para mantener en activo a una gran parte de personas mayores que es creadora. Sí. A muchos que sienten la necesidad de seguir creando. Incluso ha de ser una herramienta esencial para todas aquellas personas que padecen la soledad del hogar, y que encuentran en el ordenador una buena compañía virtual en casa, a la vez que asume un rol activo dinámico y gratificante al buscar recursos que le ayuden en su creatividad o entretenimiento. Pero, sin olvidar, que debemos ayudar a muchas personas mayores a superar la brecha digital.

Como dijo Víctor Hugo: «En los ojos del joven, arde la llama, en los del viejo, brilla la luz». Los jóvenes están revolucionando el mundo digital. Queman las etapas como un incendio que arrasa todo lo que construye, porque todo avanza tan rápidamente en las nuevas tecnologías, que lo de ayer ya no sirve hoy. Los viejos nos recuerdan a grandes pensadores de talla, viejas mentes que han brillado por sí solos, a gente mayor en los que brilla la experiencia. Las nuevas tecnologías son un paso más a la comunicación entre personas: como lo fue en su día el telégrafo, el teléfono, y, poco a poco, incorporándonos, jóvenes y mayores, a la era informática. La experiencia nos dice que debemos ser exigentes con el futuro. Sí pero como dijo Fernando de Rojas: «Nadie es tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan joven que hoy no pudiese morir».

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