Villarejo y las cloacas

La duda es si existen todavía más Villarejos en la vasta organización policial de nuestro país

18 enero 2021 09:20 | Actualizado a 18 enero 2021 09:58
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Todo indica que el policía Villarejo ha sido utilizado por diversas administraciones como brazo ejecutor de prácticas policiales ilegales, lo que le ha mantenido en la zona gris que media supuestamente entre lo legal y lo ilegal, utilizado en distintas etapas por altos jerarcas y por mandos de baja estofa, y permitiéndole mantener un estatus personal privilegiado y ejercer de ‘conseguidor’ en los procelosos mundos del hampa o en los arrabales de la moralidad cuestionable de los potentados que podían pagar sus elevadas minutas. Más de una vez, cuando el nombre de Villarejo ya era público y todos intuíamos a qué se dedicaba realmente, hemos oído más o menos veladamente la explicación de que su posición excéntrica y tolerada se debía a que había prestado muchos servicios al Estado. Fue para echarse a temblar.

En definitiva, Villarejo ha representado durante décadas la hez social, lo que debía haber sido arrojado tiempo atrás al sumidero de la historia, el dominio de este territorio en que campan por sus respetos los sicarios, los extorsionadores, los mafiosos, los secuaces profesionales y sin escrúpulos de los delincuentes especializados. Y alguno ha dicho que en sus viajes a las cloacas del Estado colaboró con frecuencia con esbirros de los servicios de inteligencia. Esta es una de las decepciones que arrastramos quienes llegamos al uso de razón en tiempos franquistas y llegamos a imaginar que, con la llegada del nuevo régimen, desaparecerían las cloacas.

Y, por supuesto, nos acomete una grave duda: ¿hay todavía más Villarejos emboscados en la vasta organización policial de nuestro país?

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