Y Toni, cantó

De todas las desesperanzas que existen, la cepa española es una de las más agresivas y difíciles de revertir. Nos encontramos en el pico de una curva que va a ser muy complicado doblegar

30 marzo 2021 09:19 | Actualizado a 30 marzo 2021 09:23
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¡Hola vecinos! Me pregunto si, alguna vez, los laboratorios farmacéuticos se pondrán en serio con la vacuna contra la desesperanza. Tiene que haber un algo para combatir la epidemia de frustración de rebaño en la que vivimos. De todas las desesperanzas que existen, la cepa española es una de las más agresivas y difíciles de revertir. Contagia a millones de nativos y se esparce fundamentalmente a través de los aerosoles que expele por los agujeros del cuerpo -boca, poros, culo- la gente de la política.

Lavarse a menudo, mucha higiene mental, mantener la distancia de seguridad mínima de siete kilómetros entre la gente de la política y nosotros, llevar mascarilla y orejeras FPP-2 y, sobre todo, no leer las noticias ni ver ni escuchar los informativos, constituyen el paquete básico de normas para prevenir el virus de la desesperanza. Prohibidas las tertulias ya sea en barra o en terraza, nada de mítines o concentraciones, redes sociales caca. No mentar la política ni en el núcleo habitacional.

Nos encontramos en el pico de una curva de desesperanza que va a ser muy complicado doblegar. Murcia, Madrid, Castilla y León, Cataluña, Waterloo, Abu Dabi, Génova 13, totalizan incidencia acumulada en desesperanza que requeriría de inmediato el aislamiento total o, al menos, una estricta perimetración. Y una rigurosa desinfección a cargo de la UME. 

Compra de diputados regionales al peso, convocatoria apresurada de elecciones para desmantelar al socio de gobierno, moción de censura inútil, independentismo excluyente, un ‘muy honorable’ en autoexilio, un rey que no es emérito porque no hay mérito que se sostenga, un cartel de: «Se vende por corrupción. Razón, aquí» en Génova 13 Rúe del Percebe. 

Observamos con qué pachorra mienten. Con qué cuajo distorsionan. Con qué jeta inventan. En qué ausencia de ética navegan. «Falso, de toda falsedad». «Hay muchos Javier Arenas». «A mí en el PP me llaman Fede». «Será una proeza que asombrará al mundo». «¡Vete al médico!». «Las mujeres de Podemos no son nada si no se agarran a una coleta». Es tal la frustración, que resulta imposible pasar el virus de la desesperanza de forma asintomática, librarse del desánimo agudo, del decaimiento.

Y encima, Toni cantó. De cantar. De portavoz de Cs en Valencia, a quinto en la lista de Isabel Díaz Ayuso. Toma cantada. Un giro dramático de los acontecimientos -el cuarto- en la veleidosa carrera del actor. ‘Estos son mis valores. Pero si no le gustan, tengo otros. Y otros. Y otros’.

Necesitamos vacunas contra la desesperanza. Pero ni siquiera hay estudios clínicos en curso para desarrollar una. Una buena, bonita y barata. Que nos devuelva -ahí es nada- la fe en la democracia.

Ángel Pérez Giménez: Periodista. Exjefe de protocolo del Gobierno de Aragón, exdirector de la Escuela de Protocolo de Aragón.

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