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    A una semana del 28M

    Nuestros futuros alcaldes deberían tener una visión más estratégica. Pensar a más largo plazo y en los grandes retos que tenemos como sociedad

    21 mayo 2023 12:45 | Actualizado a 21 mayo 2023 12:49
    Núria Pérez
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    A una semana de las elecciones municipales del 28M, y tras meses de precampaña (cada vez es más larga), los ciudadanos ya hemos comprobado que hay cosas que no cambian y que, incluso son incoherentes con los discursos. Cito un ejemplo: la propaganda electoral. Los miles de carteles, folletos y sobres, con sus respectivas papeletas y publicidad impresos con motivo de las elecciones y que, en el mejor de los casos, acabarán en el contenedor azul de reciclaje. Mientras, estos días escuchamos todo tipo de propuestas para avanzar hacia unas ciudades más verdes y sostenibles. Con ello no quiero decir que la solución sea el voto electrónico. La brecha digital, los peligros de un ciberataque o de un error informático, o la repercusión que su entrada en vigor podría tener sobre la participación, son serios inconvenientes a tener en cuenta. Pero estos riesgos no son excusa para un uso más eficiente de los recursos públicos y, por ejemplo, estudiar la supresión del correo electoral individualizado y sustituirlo por un único envío postal con la propaganda y papeletas de todos los partidos que concurren en cada municipio. Es cierto que desde 2019 los ciudadanos podemos pedir que no nos envíen propaganda electoral cuando se acercan unos comicios. Casi 900.000 personas lo han hecho en esta ocasión, pero solo representan un 2,5% del total y una gran mayoría lo desconocen.

    Una vez más asistimos también a una inflación de promesas electorales, sin conocer en muchos casos su coste y si habría recursos para ejecutarlas.

    ¿Qué otras cosas echo en falta en esta campaña? Una mirada más amplia en dos sentidos: que trascienda el ámbito local y el periodo de los cuatro años que dura un mandato municipal. Me explico. Es evidente que, como administración más cercana, la municipal tiene que velar por las necesidades más cotidianas de sus vecinos: desde la limpieza a la seguridad, pasando por la recogida de la basura, la iluminación, el mantenimiento de equipamientos municipales como bibliotecas, instalaciones deportivas o mercados o el patrimonio. Velar a diario por el buen funcionamiento de nuestras ciudades tiene mucho mérito. Basta recordar de dónde venimos y cómo estaban nuestros municipios en plena transición democrática y el papel que jugaron los movimientos vecinales en la mejora de servicios y equipamientos esenciales como el alcantarillado, el asfaltado de las calles, el acceso a agua potable, el transporte público o las escuelas.

    Una parte significativa de las necesidades que tenemos los ciudadanos de la Catalunya Sud trascienden las competencias de
    los ayuntamientos y requieren de soluciones supramunicipales

    Pero, en paralelo a esa gestión diaria, nuestros futuros alcaldes deberían tener una visión más estratégica. Pensar a más largo plazo y en los grandes retos que tenemos como sociedad. Está bien que los alcaldables nos propongan qué hacer con un determinado solar, parque o edificio público. Pero tan necesario como abordar proyectos muy concretos, y realizar una eficiente gestión diaria, es que nuestros representantes municipales definan qué papel quieren que jueguen nuestras respectivas ciudades frente a desafíos como la emergencia climática, la transición energética, el avance de la inteligencia artificial o las desigualdades sociales. También es necesario plantear qué anhelamos para el Camp de Tarragona y Terres de l’Ebre. Una parte significativa de las necesidades que tenemos los ciudadanos de la Catalunya Sud trascienden las competencias de los ayuntamientos y requieren de soluciones supramunicipales. El transporte público o la escasez de agua a consecuencia de la sequía son dos ejemplos, pero hay muchos más. Es preocupante que no escuchemos ideas y propuestas territoriales. Aspiramos a contar con los servicios que merece la segunda área metropolitana de Catalunya, pero en los actos de campaña de estos días apenas se hablará de ello.

    La falta de visión estratégica o de una mirada supramunicipal no son los únicos temas que he echado en falta desde que empezó la precampaña. Es legítimo que todas las formaciones que concurren a las elecciones aspiren a obtener los mejores resultados el próximo domingo, 28 de mayo. Estos días el discurso se centra en quedar primeros, pero se habla poco de lo que viene después: los pactos. Muy pocas formaciones se atreven a plantear acuerdos de ciudad antes de pasar por las urnas. Igual que son necesarios pactos a otras escalas, en ámbitos como la salud o la educación, desde el punto de vista local habría que aspirar al máximo consenso cuando se trata de facilitar el acceso a la vivienda a los jóvenes o reducir la pobreza.

    También necesitamos hablar con valentía de temas complejos como la inmigración o la seguridad. Problemas de solución lenta y para los que no vale la demagogia barata. Problemas que los extremistas primero simplifican y después intentan rentabilizar políticamente.

    No escondamos el suicidio

    El suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años en Catalunya. Así de claro y de crudo. Por eso es tan importante escuchar a personas como Francisco Villar, psicólogo clínico y especialista en conducta suicida adolescente del Hospital Sant Joan de Déu, que participó el pasado martes en Tarragona en una conferencia organizada por la Fundació Pere Tarrés. Francisco Villar afirmó que muchos padres no entienden por qué sus hijos han intentado quitarse la vida o incluso esconden la situación cuando éstos regresan a las aulas pensando que es mejor no explicarlo cuando es todo lo contrario. El tabú y el silencio privan al joven de la más mínima red de apoyo y de comprensión en su entorno, y le obliga a actuar como si nada hubiera pasado.

    Francisco Villar fue también muy crítico con esa idea de la vida que nos presenta Mr. Wonderful y, especialmente con el abuso de las pantallas entre los jóvenes. Uno de los aspectos sobre el que más incidió fue en la necesidad de legislar sobre el acceso a las nuevas tecnologías. Para él, ningún menor de 16 años debería tener ni móvil ni redes sociales. Sus palabras deberían bajarnos de la nube y hacernos reflexionar sobre la importancia y el valor de las relaciones humanas.

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