‘Alguien ha matado a alguien’

He nombrado a Putin y me ha venido a la cabeza cuando entrevisté a un criminal. Qué relación se habrá despertado en mi fuero interno entre el líder ruso y el ‘Crimen de Velate’ 
 

01 febrero 2022 10:50 | Actualizado a 01 febrero 2022 11:14
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¡Hola vecinos! Es-ta es la ‘Carta de un puma’ número 70. La carta nº 70 de un señor canceroso de 70 años. Lo cantaban Los Módulos con más razón que un santo: todo tiene su fin. Y el fin de las cartas de un puto maño -si antes Putin no invade Ucrania aunque sea un poquito y se lía muy parda- queda oficialmente fijado para dentro de 30 semanas. Es decir: con la carta número 100. Con ella, tancarem. Lo voy avisando con tiempo de cara a evitar posibles reclamaciones y para dar espacio a los editores de Diari de Tarragona a reaccionar ante la hecatombe que se les avecina con mi retiro. Una renovación de contrato con mucha pasta gansa de por medio, por ejemplo, sería una estupenda base inicial de negociación. Ahí lo dejo caer. Los Módulos cantaban «Todo tiene su fin» pero, por las mismas, podían haber cantado «Todo tiene su precio».

De no sufrir un apechusque serio en los próximos meses -que en este deplorable estado de salud nunca se sabe- aún asomaré la gaita por aquí durante 30 semanas. Desconozco si ello supone una alegre esperanza en sus vidas, queridos vecinos de las tierras de al lado, o por el contrario viene a ser como una condena, como un ‘¿Qué hemos hecho para merecer esto?’, como una maldición gitana. Venga, ánimo, son sólo 30 cartas más que se pasan volando.

He nombrado a Putin y me ha venido a la cabeza cuando entrevisté a un criminal. Qué relación se habrá despertado en mi fuero interno entre el líder ruso y el ‘Crimen de Velate’ (hoy Belate con b) constituye un misterio insoldable, porque no tienen nada que ver. Para quién no sepa lo del ‘Crimen de Velate’, lo resumo:

29 de abril de 1973. Exterior noche. El empresario y concejal del ayuntamiento de Zaragoza, Jaime Balet, perteneciente a una familia muy ligada al sector industrial de la celulosa, conduce su Seat 1500 en la bajada del puerto de Velate hacia Pamplona. Va acompañado de su esposa, Pilar Cano. Y regresan de Biarritz, donde han estado jugando en el casino con cierta fortuna. Sobre las once de la noche se detienen a descansar junto a la carretera. Y, según la versión de Balet, él se sonduerme, es despertado por un grito de su mujer, un golpe en la cara lo vuelve a sondormir y, para cuando se espabila otra vez, aparece tirado a un par de kilómetros. Todo apunta a que les han asaltado con el fin de apoderarse de lo ganado en el casino. Pide auxilio a unos chicos que viajan en un Seat 600 y, cuando la Guardia Civil llega al lugar del suceso encuentra a Pilar Cano muerta en el maletero del 1500.

La conmoción en la capital maña es tremenda. Una rica heredera, un empresario y concejal, familias de relumbre social, Biarritz, casino, lujo y poderío. Pero hay muchas personas de los entornos personales de ambos que arrugan la nariz al enterarse de la horrible noticia, con aire de: ‘Huy, qué mal me huele esto’. Antoni Coll, a la sazón director de El Noticiero y hoy consejero editorial de Diari de Tarragona, ordena a su reportero preferido de entre todos los reporteros del mundo (se entiende que yo):

-Si consiguiéramos entrevistar a Balet, estaría molt bé. Mira a ver, anda.

-Vale. Ya lo intento. Pero, si lo consigo, le preguntaré si ha sido él.

-¿Si ha sido él, qué?

-El criminal. El asesino. La mano negra.

-¿No nos caerá un paquete? Con una entrevista estándar ya valdría. Como le preguntes si ha sido él, no te va a responder que sí, que ha sido él. Demasiado fácil.

Me metí en la cabina de teléfono y magnetofón de la sala de teletipos. Encontré a Jaime Balet en el hotel Tres Reyes de Pamplona, con cuya habitación me pasaron sin problemas. Respondió el propio concejal. Hice señas a Antoni Coll de que tenía al ‘sospechoso’ al teléfono y el director se vino al cubículo conmigo, un poco más pálido de lo normal (que ya es).

-Ni se te ocurra preguntarle si ha sido él -susurró apretando los dientes-.

-Le acompaño en el sentimiento, don Jaime. Espero que se recupere pronto de los golpes. Una preguntita meramente informativa, sin ánimo de faltar: ¿Ha matado usted a su señora?

Antoni se echó las manos (las dos) a la cabeza y, al otro lado del hilo telefónico hubo unos segundos de silencio que dieron paso a toda suerte de protestas verbalizadas, eso sí, de forma vehemente pero educada: ‘¿Pero a quién se le ocurre semejante barbaridad? ¿Cómo es posible que usted me llame para preguntar tal invención en un momento tan delicado? ¿Qué clase de periodista es usted?’ y cosas así.

Había sido él. A través de un amigo y dos sicarios alemanes. Balet mantenía un lío amoroso, la pretensión de cobrar del seguro de su esposa y el anhelo de emprender una nueva vida. Lo confesaría todo más tarde. Y yo me sentí como Gila cuando descubría asesinos a base de indirectas: ‘Alguien ha matado a alguieeen…’ Dimos la exclusiva de la entrevista, claro.

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