Casero, a Eurovisión

Mandando al diputado del PP y el dúo Lá Lá a Eurovisión se acabaría la trapisonda en la pasada elección entre Chanel y su SloMo, Rigoberta Bandini con su ‘Ay mamá’ y Tanxugeiras con ‘Terra’

08 febrero 2022 10:30 | Actualizado a 08 febrero 2022 10:40
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¡Hola vecinos! Una vez analizados con ponderación los hechos trascendentales que han conmovido a España en lo más reciente de su bizarro espacio/tiempo, creo haber encontrado una solución práctica ante tanto alboroto: Alberto Casero, a Eurovisión. Al festival de la canción que se celebrará en mayo en Turín. Mediante un Real Decreto que anule el proceso de elección orquestado por el ente público RTVE y deposite en el diputado al Congreso por el Partido Popular, Alberto Casero, la esperanza de los eurofans. Casero canta como nadie. Acaso no en lo artístico, musical o portentoso de la voz. Pero cantar, canta. La cantada de sus votaciones telemáticas en el pleno que incluía la ‘derogación’ de la reforma laboral del PP -tres veces metió la gamba al elegir entre sí, no o abstención- le avala como político experto del cante europeo.

El diputado extremeño Casero, que por cierto tiene una investigación abierta por posible delito de prevaricación continuada, no iría solo a Eurovisión. En los coros le acompañaría el famoso dúo Lá Lá -no hay un tercer Lá por falta de presupuesto pero, de haberlo, propongo a Rufián, de ERC, y ya sería el trío Lá Lá Lá-. El dúo Lá Lá lo componen dos colegas del Congreso, los diputados Carlos García Adanero y Sergio Sayas, que también cantan lo suyo y lo de sus primas. García y Sayas están allí por UPN y, aunque se comprometieron a votar a favor de la reforma de la reforma -la rereforma-, optaron por transmutarse en tránsfugas después de un misterioso programa de prelavado, lavado y centrifugado de cerebro, al parecer puesto en marcha en caliente y en las últimas horas previas a la sesión parlamentaria desde fuerzas ultramontanas temerosas del empleo fijo y de cierta calidad.

Acertar entre sí, no y abstención con la ayuda de un semaforito y un sistema que confirma si estás seguro de lo que votas, parece sencillo pero no lo es. De hecho, se trata del trabajo más ímprobo y laborioso del parlamentarismo. Hay que estar muy preparado para relacionar el rojo, el amarillo o el verde con lo que te están preguntando. Mentes preclaras como las de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o José Luis Ábalos se han confundido en votaciones de fundamento, aunque no tanto fundamento como la decisiva cantada de Casero, García Adanero y Sayas. Están dispuestos a que los yayos españoles se apañen en modo digital con las administraciones, la Sanidad, los bancos… pero ellos no se aclaran con un simple semaforito.

Mandando a Casero y el dúo Lá Lá a Eurovisión se acabaría la trapisonda en la pasada elección entre Chanel y su SloMo, Rigoberta Bandini con su Ay mamá y Tanxugeiras con Terra. A tomar por saco la polémica. Ni pop latino, ni reivindicación feminista en torno al miedo -presunto- que el patriarcado siente hacia las tetas, ni exaltación evolucionada del folklore autonómico a manera de fusión entre la tradición y lo conceptual. Otro Real Decreto que establezca letra y música de lo que ha de ser el tema, la canción, que nos represente como país diverso pero uno, grande y libre, y ya está.

Si algo queda claro después de lo vivido las últimas semanas, es que el voto participativo, la esencia de la democracia, está sobrevalorado. Ha quedado demostrado que el voto presenta enormes deficiencias como acción personal o colectiva voluble, manipulada, confusa, objeto de compraventa y trapicheo, malasombra en general. Recuérdese que España -el ente- concurrió en una ocasión al Festival de Eurovisión con el brikindans, el crusaíto, el maiquelyason y el robocop. Se llamaba El Chikichiki y lo interpretaba un personaje y dos personajas. El personaje, creado para la ocasión, fue Rodolfo Chikilicuatre. Y el tema, entre otras poéticas referencias como «¡Perrea, perrea!» venía a decir: Dale chikichiki a esa morenita, que el chikichiki la pone muy tontita. Y también: «Lo bailan los broder, lo baila mi hermano, lo baila mi mulata con las bragas en la mano». No quedaba ahí la esencia de una letra representativa de España tal cual es España: «Lo canta el tigre puma con su traje a rayas y Juan Carlos le dice ¿por qué no te callas?» En el velatorio del Padre Damián pusieron chikichiki y el muerto echó a bailar. Jódo petaca: salían hasta el Rey ahora demérito, hasta un puma (puto maño imagino), hasta un cura. Bueno, pues aquél despropósito lo fue gracias a la votación popular, democrática y manifiestamente taimada del pueblo llano español de las Españas todas, que votó con las bragas en la mano.

Desde que Serrat quiso cantar el Lá Lá Lá en catalán y fue destituido a golpe de pito por Massiel, la Tanqueta de Leganitos, poco hemos pintado en Eurovisión. Quizá al año siguiente, con una Salomé catalana que ni se le ocurriría el Vivo cantando en catalán, no como el rojo de Serrat.

Ay, quién maneja mi voto, que a la deriva me lleva.

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