Cinco minutos

Para vivir hay que pensar y para pensar hay que vivir (...) Le animo a que utilicen cinco minutos de los 1.440 que disponemos al día y los dedi-que a pensar en profundidad y seriamente en su vecino, de esta manera uno deja de ser un ególatra y no piensa en su ombliguismo

27 septiembre 2021 05:50 | Actualizado a 27 septiembre 2021 10:05
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Pongamos que para un lector medio, el tiempo que tarda en leer este escrito es de cinco minutos. Los habrá que lo realicen más rápidamente, esos que leen en diagonal, pero no creo que profundicen en lo que se quiere expresar en este texto, estos solamente se quedan en lo básico. También los hay que son más lentos o tienen más tiempo o están desayunando con el Diari en sus manos y quieren disfrutar del café y las letras, sin duda alguna estos lectores sacarán más jugo a lo escrito o bien saborearán mejor su café o el contenido de la vida.

Cinco minutos. ¿Cuántas veces lo hemos dicho y oído? Espera cinco minutos; son cinco minutos; total por cinco minutos; inclusive en las reuniones protocolizadas se dan cinco minutos de cortesía para empezar, por lo menos en este país. Se podría seguir con más ejemplos, pero lo que tenemos que tener presente es que cinco minutos puede ser un tiempo demasiado largo o demasiado corto, dependiendo todo del prisma con el que se mida.

En septiembre se ha celebrado el aniversario del golpe de Estado del general Pinochet y los suyos en Chile. Fue un levantamiento armado del ejército contra el poder establecido por el pueblo en las urnas. Uno de tantos que ocurren por el afán del poder o por el colonialismo, lo dejo a criterio de cada uno. En el Chile de 1973 vivía un famoso cantautor por nombre Víctor Jara que fue presa de represión por parte de los levantados contra el poder del pueblo por sus ideas y más específicamente, por sus canciones. Hay una, que durará eternamente, compuesta unos pocos años antes cuyo título es Te recuerdo Amanda. Un gran poema musicalizado en el que podemos leer y oír «son cinco minutos», «la vida es eterna en cinco minutos», «los cinco minutos te hacen florecer», «y en cinco minutos quedó destrozado». Les recomiendo lean o escuchen el poema que cómo resumen viene a decir que los amores eternos pueden durar cinco minutos porque sólo se necesitan cinco minutos para entrar en el umbral del amor y el querer de verdad.

Una curiosidad es la versión realizada por el gran cantautor Raimon como homenaje al autor de la canción citada. En su versión se sustituye la cantidad de cinco minutos por «una estona», aunque viene a ser lo mismo, para que digan que los catalanes siempre piensan en números. Bromas aparte, una maravillosa versión.

Con la mencionada cantidad se podría seguir comentando el poema de Luis Eduardo Aute dedicado a la luna de Tepoztlán o bien a la actriz Katy Jurado, en el que el autor escribe «permítanme, voy a quedarme cinco minutos, cinco minutos, los que me quedan, y olvido el luto. Cinco minutos, cinco y no más», poesía pura a la luz de la luna. O bien no olvidar el bello cuento de Marta Altés Cinco minutos más. No voy a seguir con más ejemplos, los hay para todos gustos y todos hablan de un tiempo muy limitado.

El tiempo, un pequeño cachito de tiempo, de ese del que tanto disponemos, debería ser necesario para hacernos reflexionar. Para ello, no hace falta que tengamos una pandemia o el nacimiento de un volcán para que nos alerte que somos lo que somos, poca cosa. Basta con el día a día para poner las cosas en su sitio, si se quiere. Es por todos conocido que tenemos derechos, pero también deberes y por los derechos debemos pelear. Nadie nos los debe imponer, salvo que no tengamos tiempo para pensar y entonces estamos inmersos en el borreguismo. Si pensamos, analizamos los hechos y esto nos da identidad, de esta forma entendemos mejor nuestra vida. Vida que nadie nos la debería manipular. A colación me viene la frase que alguien, no recuerdo su nombre, dijo «Cuanto más entiendes, menos odias».

Con esta cantinela se podría seguir y seguir que resumiendo viene a ser, para vivir hay que pensar y para pensar hay que vivir.

Mi propósito a lo expuesto, que no tiene trampa ni cartón, es que el lector y todo aquel, utilice cinco minutos de los 1.440 que disponemos al día y los dedique a pensar en profundidad y seriamente en su vecino, de esta manera uno deja de ser un ególatra y no piensa en su ombliguismo. Con todos los inputs que cotidianamente recibimos, disponemos de muchos motivos para la reflexión. No hay que olvidar que este ejercicio debe ser cotidiano y si uno es rico en tiempo y dispone de muchos más minutos, usted es un afortunado y seguro, seguro verá la vida de diferente manera por lo que se puede alargar.

Espero que con lo escrito podamos comprender lo que viene a decir Víctor Jara en su canción, la vida es eterna en cinco minutos y nos hará florecer (es versión personal) una mejor y más bonita manera de enfocar la vida, nuestra vida.

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