Dar los Oscar con efecto retroactivo

Dice un amigo que los Oscar se deberían dar pasados cuatro o cinco años, en perspectiva, por hacer más justicia. Sólo así se podría corregir el agravio, por ejemplo, cometido con ‘Boyhood’ (la olvidada, sólo un premio). El experimento de Linklater –ya saben, esa filmación de la vida en 12 años– pasará a la historia del cine en calidad de hito, algo que difícilmente logre ‘Birdman’, la gran triunfadora y, ojo, una maravilla técnica de altísima calidad del embaucador y efectista Iñárritu. Hagan la prueba. Un año después, ¿qué recuerdan más, ‘Doce años de esclavitud’, Oscar a mejor película, o ‘Gravity’, que se quedó sin él?. Yla lista podría ser larga, aunque pongamos dos ejemplos: ‘Paseando a Miss Daisy’ le ganó a ‘El club de los poetas muertos’ y ‘Shakespeare in love’ a ‘Salvar al soldado Ryan’; palmarés que acaba demostrando que la historia que hace avanzar al cine va por un lado y la industria y el circo –no en un sentido peyorativo– van por otro. No hay que ponerse indies ni colocar diques entre alta y baja cultura pero sí convendría pensar en qué va a ser realmente trascendente a largo plazo. En cualquier caso, hastiado de ‘biopics’ correctos y ya, celebro el riesgo asumido por las dos películas de marras y ‘Gran Hotel Budapest’, otra joya que se llevó cuatro galardones, a cargo de Wes Anderson, una de mis debilidades. Hay que creer en los Oscar como en los Reyes Magos, relativizándolos, y quererlos como a un hijo delincuente, aceptándolos con sus vicios. Más distancia habría que poner con la infame ceremonia. A estas alturas nadie espera nada de un formato imposible para la radio o la tele pero, si uno comete la heroicidad de pasar la noche en vela, agradecería algo de ritmo y sorpresa para sobrellevar mejor ese suplicio gustoso.