El pasado 9 de mayo se cumplieron 75 años de la Declaración Schuman, la propuesta del ministro de Asuntos Exteriores francés Robert Schuman (1886-1963) para que su país y Alemania pusieran en común la producción del carbón y el acero –materias primas indispensables para la industria y la economía europeas– a través de la CECA (Comunidad Económica del Carbón y del Acero). La creación de este mercado sería el germen de la actual Unión Europea. Quizás a muchos les parecerá que no es el momento más adecuado para recordar esta efeméride, inmersos como estamos en un cambio fundamental de las relaciones internacionales y la globalización. Sin embargo, y precisamente porque el escenario geopolítico actual se ha complicado sobremanera, es importante recordar la enorme importancia que tuvo para los europeos, y para el mundo en general, el proceso de integración que inauguró la Declaración Schuman. La propuesta de creación de la CECA fue un gran paso hacia la reconciliación de Francia y Alemania, dos enemigos que, entre 1870 y 1945.
Ahora tocaba apostar por una paz duradera –basada en la creación de lazos económicos y en la búsqueda del interés mutuo– entre los históricamente enconados rivales. Y funcionó. Hasta el punto de que la CECA se convirtió en el punto de partida del ‘eje franco-alemán’, fundamental para Europa, y al que ahora el presidente francés Emmanuel Macron –al recibir en el Elíseo al nuevo canciller alemán Friedrich Merz– llama «reflejo franco-alemán». Es más, la semilla que plantó la Declaración Schuman fructificó en forma de un largo periodo de paz en Europa Occidental, que no ha vuelto a conocer un conflicto bélico entre los miembros de la Unión Europea. En un territorio que estuvo en guerra casi permanente desde la caída del Imperio romano, ese es, indiscutiblemente, un logro sobresaliente. Tras este comienzo, Francia y Alemania invitaron al resto de países democráticos de Europa Occidental a sumarse a su proyecto. Aceptaron Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo: la Unión Económica y Monetaria sería el siguiente paso en la conformación de la actual Unión Europea. Lo sabemos, la UE es un milagro de la historia, frágil, imperfecto y a veces exasperante, pero es nuestro milagro.