La dimisión del secretario de Organización del PSOE ha hecho saltar por los aires la estrategia de contención del caso Ábalos-Koldo. Las investigaciones de la UCO han puesto de manifiesto que el número 3 del Partido Socialista no solo conocía las mordidas, sino que las gestionaba y organizaba. Es un terremoto político, que tendrá consecuencias que, de momento, solo podemos imaginar, y que significará un antes y un después en la trayectoria política de Pedro Sánchez. El presidente ha anunciado dimisiones, una auditoría externa y ha pedido disculpas. Quizás no baste, pero al menos ya es más de lo que otros han hecho en circunstancias mucho más graves. La corrupción destroza la legitimidad de la democracia, pero no hay sociedad que sea inmune a sus acosos. Ninguna. Ni los países más civilizados están exentos de corruptos. Lo que sí se puede es atajarla antes, detectarla antes y sancionarla más. Los famosos cortafuegos son imprescindibles para evitar que el mal se extienda. También tienen su contrapartida, porque pueden saltarse todos los principios de inocencia que nuestros sistemas jurídicos reconocen. Dimitir antes de que un juez determine la veracidad de las acusaciones es políticamente sano y jurídicamente innecesario, pero socialmente imprescindible. Recordemos que ha habido casos de falsas acusaciones, como las que se arrojaron contra Xavier Trias o Artur Mas. Eran mentira, las había fabricado la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Polícia Nacional y resultaron en vergüenza colectiva. La tolerancia cero es el arma imprescindible para luchar contra la corrupción. Pero debe aplicarse a todos y en cualquier circunstancia, y cuando los policías cometen un abuso de poder, también deben ser sancionados. Otro caso es la dana de Valencia, en la que murieron 228 personas. Un juez investiga la actuación del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y diversos altos cargos. También podría ser corrupción. Y nadie ha dimitido. Es más, el PP abraza a Mazón, porque sabe que el que resiste gana y que cuando empieza a dimitir el primero, no se sabe si se contendrá la hemorragia. Este es el contexto tras el día de ayer. La gravedad de las acusaciones tiene a Pedro Sánchez en la cuerda floja, pero otros en peores circunstancias no se movieron de la foto.