El coste de la vida continúa aumentando en Tarragona. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la variación anual del IPC subió tres décimas en junio, situándose en el 2,1%. En lo que va de 2025, el incremento acumulado alcanza ya el 2,3%. Aunque los titulares suelen destacar el encarecimiento de productos como el alcohol o el tabaco, la realidad es que los gastos que más afectan a la mayoría de las familias son otros: la vivienda y los suministros. En el último año, este grupo ha aumentado un 3,7% en Tarragona, impulsando al alza el índice general y afectando directamente al bolsillo de los hogares. El coste de mantener un hogar —ya sea en alquiler o con hipoteca— se ha encarecido, y a ello hay que sumar el aumento del precio de la luz, el gas y otros servicios básicos. Son gastos difíciles de evitar o reducir, por lo que su impacto resulta más contundente que el de otros productos.
A nivel estatal, los precios de la vivienda han subido aún más, un 4,2%, impulsados principalmente por el encarecimiento del gas y los combustibles, vinculados al precio internacional del petróleo. El Ministerio de Economía señala que los precios empiezan a estabilizarse en torno al 2%, aunque esta cifra oculta importantes diferencias: mientras que algunos productos o el transporte han bajado, mantener una vivienda sigue siendo cada vez más caro.
Además, las compraventas de viviendas han experimentado un notable crecimiento en los primeros meses de 2025, acumulando un aumento del 20,1% hasta mayo, según el INE. Este impulso se explica en parte por la bajada de los tipos de interés, que abarata la financiación. La vivienda usada, que concentra la mayoría de las operaciones, ha crecido un 17,2%, mientras que la vivienda nueva ha aumentado un 31,6%. Esta dinámica refleja un mercado activo que, sin embargo, no reduce el esfuerzo económico mensual de las familias.
En Tarragona, esta realidad se siente en el día a día. Muchas familias destinan gran parte de su salario al pago del alquiler o la hipoteca, y a ello se suman facturas de luz, gas o agua que no dejan de crecer. Mantener un hogar es la base del bienestar, y garantizar que sea asequible debe ser una prioridad para evitar que este gasto se convierta en una carga insostenible.