En las últimas décadas, el aumento de los animales de compañía ha dejado de ser una simple tendencia para convertirse en un reflejo profundo de los cambios sociales y afectivos de nuestro tiempo. Cada vez más parejas, e incluso personas que viven solas, deciden compartir su día a día con un perro, un gato o cualquier otro compañero peludo. Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, revela una transformación en la forma en que entendemos el proyecto de vida y el sentido de la compañía.
Los números cantan: perros y gatos aumentan en nuestra sociedad, mientras los bebés están cada vez menos presentes
Para muchas parejas jóvenes, adoptar un animal no es solo un acto de amor hacia los seres vivos, sino también una manera de construir un hogar, de crear rutinas, responsabilidades y vínculos. En cierto modo, las mascotas se han convertido en un primer paso hacia la madurez emocional y afectiva, e incluso en una alternativa a la paternidad tradicional. Cuidar, educar y compartir tiempo con un ser que depende de nosotros moldea una forma distinta de entender el compromiso. Pero más allá de las parejas, este fenómeno responde también a una búsqueda más íntima: la necesidad de no estar solos. En un mundo cada vez más acelerado y digital, donde las relaciones humanas pueden volverse fugaces y distantes, los animales ofrecen una presencia constante, sincera y libre de juicios. Su compañía da sentido a los días, llenos silencios y aporta estabilidad emocional. Así, el auge de los animales de compañía no solo habla de una nueva sensibilidad hacia el bienestar animal, sino también de un cambio cultural más amplio: el de una sociedad que busca afecto, pertenencia y conexión, incluso más allá de su propia especie.
Las críticas no están fuera de lugar. Los animales de compañía generan un gasto público que se paga entre todos. Existen problemas serios de convivencia si sus amos no son responsables y exigen una atención mayor de los servicios de limpieza. No es inocuo que el aumento de perros y gatos suponga un mayor gasto público. Pero son los dueños los que tienen que evitar que nuestros amigos de 4 patas supongan una contrariedad. Sino, GUAU y MIAU.