El dinero se encarece

La presidenta del Banco Central Europeo, la francesa Christine Lagarde, confirmó ayer las sospechas al anunciar que la entidad monetaria europea comenzará a subir los tipos de interés en julio y que la zona del euro saldrá de los tipos de interés negativos a finales del tercer trimestre. Se trataría de la primera subida del precio oficial del dinero en Europa en once años.

El BCE tomará la medida una vez ha asumido la necesidad de enviar con rapidez una clara señal, tanto a los inversores como a la ciudadanía, de que hará cuanto esté en su mano para frenar una inflación desbocada por el brusco encarecimiento de la energía y de las materias primas como consecuencia de la guerra en Ucrania. En efecto, este encarecimiento supone una advertencia de que la obligada apuesta europea por la independencia energética, para dejar de estar a expensas de Rusia, mantendrá la presión sobre el coste de los combustibles durante un largo periodo, lo que aleja un horizonte de baja inflación. La prolongación de esa escalada durante más tiempo del previsto empuja a actuar al banco central más para demostrar su compromiso con la estabilidad del IPC que por la posible influencia de esa medida en el origen del problema.

El gran desafío consiste en hacer compatible este giro en la política monetaria con un crecimiento sólido cuando el consumo ha sido el principal motor de la reciente recuperación, truncada por la guerra. El adiós a una excepcional etapa de dinero muy barato tendrá un especial impacto en los países más endeudados.

Entre ellos, España, que habrá de adaptarse a un mayor coste de su financiación sin que eso merme su crecimiento y la creación de empleo, ni engrose un déficit insostenible que deberá embridar más pronto que tarde. Y se traducirá de forma inmediata en los bolsillos de las familias, que ya han empezado a ver cómo se encarecen sus hipotecas.