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    El racismo no tiene cabida

    24 mayo 2023 18:36 | Actualizado a 25 mayo 2023 07:00
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    Los insultos racistas contra el delantero del Real Madrid Vinicius Junior en Valencia siguen llenando los espacios informativos. De entrada, hay que condenar sin paliativos unas prácticas inaceptables que sin embargo parecen haberse hecho un hueco en los estadios, a los que algunos inadaptados acuden con la intención de dañar la dignidad de otros seres humanos arremetiendo contra su origen o su raza.

    Ni las emociones propias de la hinchada, ni un lance del juego, ni la conducta de un futbolista pueden justificar tal comportamiento. Tampoco que los aficionados de un equipo crean defender así con más ardor sus colores.

    Los improperios xenófobos contra Vinicius y otros jugadores –la lista de agraviados es larga, también en Tarragona– son censurables en sí mismos. Pero también porque contribuyen a naturalizar el supremacismo racial ante miles y miles de espectadores como si su expresión fuese tolerable o, a lo sumo, hubiese que contenerla solo por temor a una sanción deportiva.

    Es necesario que las instituciones actúen tras constatarse que también en España hay racismo. Y no solo en el fútbol

    Los ataques a Vinicius, por la dimensión mediática y social que han adquirido, deben servir para acabar de una vez por todas con esos bárbaros extremistas que se agrupan en torno a un club y con la impunidad que reina en los campos de fútbol y que de alguna forma ampara esos comportamientos.

    Ha llegado el momento de que la Liga y la Federación den una vuelta de tuerca más a sus protocolos, empezando por los criterios con los que deban regirse los árbitros para atajar esas situaciones.

    Es necesario que las instituciones actúen tras la constatación de que también en España hay racismo, y no solo en el fútbol, aunque esta lacra encuentre en los estadios su altavoz más sonoro. Erradicar este mal es por tanto una tarea que compete e interpela al conjunto de la sociedad.

    Pero no parece una mala idea, dada su implantación en el fútbol, comenzar a combatirlo en el deporte rey, al que le sobre testosterona y le falta cabeza y corazón.

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