La insoportable violencia machista

Los asesinatos de una mujer de 45 años y su hija de 8 ayer en Valladolid a manos de un hombre de 45 años que tenía antecedentes por violencia machista y que era pareja de la víctima elevan a siete la cifra de crímenes por esta lacra en lo que llevamos de año, un dato escandaloso –una sola muerte ya lo sería– que acentúa la alarma ante la insoportable escalada de crímenes machistas de los últimos días.

Ante la gravedad de la situación, el Observatorio contra la Violencia de Género anunció una reunión con el objetivo de analizar los hechos y buscar fórmulas que permitan combatir con mayor éxito una lacra que no puede ser asumida como un fenómeno inevitable ante el que no cabe oponer sino buenas palabras y gestos compungidos.

Este nuevo repunte de un mal que nos sacude como sociedad avanzada resulta insufrible. Lo es, sobre todo, por la acumulación de vidas cercenadas por la sinrazón. Y lo es también por la sensación de impotencia que provoca constatar que, a pesar de todos los avances legales y el esfuerzo realizado en los últimos años, no se ha podido erradicar esta forma de terror, lo que evidencia la existencia de lagunas en la estrategia contra la violencia machista que es preciso detectar y corregir.

Resulta imprescindible mejorar la detección de las situaciones de maltrato, ya sea a través de los servicios públicos –educación, sanidad...– o de denuncias de las propias víctimas o de personas de su entorno. También optimizar los mecanismos de valoración de riesgos por parte de la Policía y la Justicia, lo que implica más recursos y una mayor formación en esta materia.

No es fácil adelantarse a los impulsos criminales de los feminicidas, pero los poderes públicos han de crear las condiciones para que las mujeres amenazadas confíen en el sistema. Porque cada asesinato machista es un fracaso del conjunto de la sociedad y, por tanto, erradicar esta lacra sin más dilación es una tarea que nos compete a todos.