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    Los ciudadanos toman el Congreso

    02 diciembre 2022 17:22 | Actualizado a 03 diciembre 2022 07:00
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    Una vez más, los ciudadanos han dado una lección a sus representantes políticos, mostrando mucha más sensatez que estos. Lo hicieron ayer, en la primera jornada de puertas abiertas del Congreso de los Diputados de cara a la festividad de la Constitución, el próximo martes. Y es que, tras una semana marcada por la enorme tensión en el hemiciclo, con insultos cruzados de uno a otro lado de la bancada y con la sensación de que la llamada ‘cortesía parlamentaria’ ya forma parte del pasado, los ciudadanos quisieron dar un toque de atención a los diputados: menos bronca y más ingenio, les pidieron, resaltando que echan en falta el debate dialéctico inteligente que no descalifica y que incluso es capaz de sacar la carcajada al contrario.

    El consejo no debe caer en saco roto, una vez que buena parte de la clase política ha adoptado como tradición inquebrantable el recurso al insulto, al sarcasmo, al sofisma, al enrocamiento en el dogma y en el prejuicio, a la humillación pública del adversario, a la destemplanza y, a menudo, a la idiotez orgullosa de serlo. Todo esto llevó a la presidenta de la institución en la que reside la soberanía popular, Meritxell Batet, a admitir que en ocasiones necesitaría un cursillo de adiestramiento para poder frenar esas lenguas tan maleducadas y malintencionadas.

    En la jornada de puertas abiertas, la gente pide a los políticos que cambien los insultos por el debate dialéctico inteligente

    Claro que también había entre los ciudadanos que ayer visitaban el Congreso quien sostenía que en realidad esos intercambios de insultos y otras lindezas obedecen a una especie de performance parlamentaria para que el pueblo se divierta un poco en esta época de inflación y de incertidumbres concretas y abstractas. Solo eso: una representación teatral subida de tono en la que los actores intercambian barbaridades entre sí para luego irse juntos a comer. Un juego, en todo caso, peligroso, muy poco edificante y que da una pésima imagen del Congreso y de los políticos que lo ocupan.

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