La crisis política de Cambrils no hace más que acumular nuevos episodios. La expulsión del concejal de Junts Enric Daza y la salida de todo su grupo del gobierno es solo un capítulo más en una serie de tensiones políticas que no cesan. El gobierno está en minoría y estos días se avecinan nuevos pasos en este culebrón en toda regla, con un Oliver Klein con ganas –y parece que con el viento a favor– de dar de nuevo un paso al frente.
Cambrils sigue atrapado en un ciclo de inestabilidad permanente que perjudica el buen funcionamiento de la gestión local. Si bien las desavenencias, lealtades y deslealtades dentro de los pactos son parte de la política, lo que está en juego aquí es el futuro de la ciudad. La política no debería ser un espacio de disputas internas interminables; debe centrarse en las necesidades de los ciudadanos.
La inestabilidad política recurrente en Cambrils no solo afecta a la imagen de los políticos locales, sino que también frena la ejecución de proyectos cruciales para la mejora de la ciudad. ¿Qué hay del enorme mamotreto de hormigón en el que se convirtió el auditorio hace ya 15 años y que sigue sin un destino claro? ¿Y de la conversión del antiguo trazado ferroviario? ¿Atajarán la crisis de personal del Ayuntamiento? ¿Los vecinos de la Llosa verán hecha realidad la vieja promesa que les hicieron? Sin un gobierno sólido y cohesionado, los programas de desarrollo, la gestión eficiente de los recursos y la implementación de políticas públicas se ven constantemente retrasados.
La inestabilidad política recurrente no solo afecta a la imagen de los políticos, sino también a la ejecución de proyectos cruciales para Cambrils
Lo que necesita Cambrils, como cualquier otra localidad, es estabilidad. Estabilidad para que los gobiernos puedan sacar adelante sus proyectos, dar continuidad a las iniciativas ya en marcha y, sobre todo, trabajar en la mejora de la ciudad sin la constante amenaza de un cambio de rumbo. Los ciudadanos merecen ver sus intereses reflejados en acciones reales, no en juegos de poder que conduzcan a la parálisis política.
Más allá de los intereses partidistas, de las disputas y de los acuerdos rotos, la política está para servir a la gente. El reto de Cambrils, como el de cualquier municipio, es encontrar el equilibrio entre la diversidad de opiniones y la capacidad de gobernar con eficacia. Solo con una estabilidad política real se podrá pensar en un futuro próspero y bien gestionado para todos.