Trabajar debe ser una actividad segura

Los datos sobre los accidentes que se producen en el trabajo en Tarragona merecen una profunda reflexión. Las cifras que hablan de treinta siniestros cada día no pueden ser aceptables por la sociedad. No es admisible que en un año se registren más de 11.000 accidentes, y mucho menos que, lejos de tender a su reducción, supongan un incremento de un 17% con respecto al año anterior.

Porque hay que pensar en las terribles consecuencias que encierran estos números, en forma de vidas truncadas, de cientos de miles de horas perdidas por absentismo y baja productividad y un enorme gasto para el sistema de salud, entre otras cosas.

Cuesta entender que, pese a que cada vez contamos con legislaciones más exigentes y con más tecnología, que debería traducirse en una mayor garantía y seguridad para el trabajador, los accidentes continúen aumentando.

En este sentido, los números demuestran que es mucho lo que aún resta por hacer en lo que a políticas de prevención de riesgos laborales se refiere.

El mensaje de que resulta más barato prevenir que curar parece que no cala en todos los sectores como debería. Es verdad que las cosas han mejorado si echamos la vista al último cuarto de siglo. Pero no es menos cierto que las cifras son aún insoportables. Ante esta realidad, lo primero de todo es descubrir por qué se produce este repunte, analizar las circunstancias, las situaciones y todos lo que rodea a estos siniestros.

Si no existe un análisis certero, que debe ser personalizado para cada sector de actividad, más allá de las consideraciones y normas generales que aglutinan a todos, resultará muy difícil, por no decir imposible, poner en marcha las políticas activas de prevención de riesgos.

Urge, pues, redoblar la política de prevención. Y ello compete a todas las partes: administración, sindicatos y patronal. También a los trabajadores, los primeros interesados en exigir y cumplir las normativas.

Porque trabajar debe ser una actividad segura.