El cierre amenaza a dos de cada tres guarderías privadas en Catalunya. La situación refleja los cambios en el sistema educativo y los desafíos derivados de la baja natalidad y la expansión de la oferta pública gratuita. El Diari cuenta hoy el caso de la Escola Bressol El Niuet, de Sant Pere i Sant Pau, en Tarragona. Es una historia repetida: centro pionero en el barrio que desaparece tras más de tres décadas de servicio. «Hemos sostenido el sistema durante muchos años», recuerda la maestra propietaria de ese centro. Sin duda, el fortalecimiento de la red de escuelas públicas es un avance en la garantía de acceso a la educación infantil, cosa que no quita sentido a la demanda de las guarderías privadas: la subvención de 800 euros anuales por niño en centros privados es inferior a los 3.200 euros destinados por plaza en los centros públicos. Ese trato, sigue la queja, genera diferencias en las condiciones de acceso y en la libertad de elección de las familias del modelo que mejor se adapte a sus necesidades.
Más allá del modelo de financiación, la raíz del problema es demográfica. La baja natalidad representa un desafío para el futuro de todo el sistema educativo. Tener hijos es una decisión personal, pero hay barreras que complican dar el paso y afectan a la decisión de tener hijos. Una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas elaborada en 2024 revela que el 77,3% de los españoles considera que la falta de medios económicos es la principal razón por la que tienen pocos hijos. Además, el 44,1% señala las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar como un factor importante que influye en la decisión de tener familia. Sin niños no hay escuela. Mientras países como Francia, Hungría o Corea del Sur han implementado medidas para incentivar la natalidad, aquí sigue pendiente una estrategia integral que fomente la formación de nuevas familias, teniendo en cuenta los citados precedentes, pues a medida que las familias se acostumbran a las prestaciones públicas, la ayuda adicional ha sido insuficiente para estimular provocar más nacimientos. Hay que pensar. Ayudas directas a la maternidad, desgravaciones fiscales y políticas de conciliación laboral podrían contribuir a revertir la caída de la natalidad, cosa que no sólo garantizaría la sostenibilidad del sistema educativo sino que quitaría obstáculos a ese gran número de parejas que quieren una familia diferente.