El jueves 8 de mayo, el estadounidense Robert Francis Prevost, de 69 años, se convirtió en el primer Papa de la historia procedente de Estados Unidos, tomando el nombre de León XIV. Fue el cardenal protodiácono francés Dominique Mamberti quien pronunció la famosa fórmula: «Habemus papam». El 267º Papa de la Iglesia católica se convierte también en el cuarto Papa no italiano consecutivo. Los fieles y turistas reunidos en la Plaza de San Pedro saludaron con un estruendoso aplauso su aparición en el balcón de la basílica, aproximadamente una hora y media después de que finalmente saliera el humo blanco de la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina. «¡La paz sea con todos vosotros!», fueron sus primeras palabras, en un italiano con un matiz de acento estadounidense. «Gracias al Papa Francisco», dijo, agradeciendo a sus compañeros cardenales por elegirlo.
El nuevo pontífice fue elegido en el segundo día de estas elecciones, que se esperaban muy abiertas, sobre todo por los 133 cardenales presentes, un récord. Obtuvo una mayoría de dos tercios, es decir al menos 89 votos, sobre su nombre. Pero debido al absoluto secreto que rodea al cónclave, no se conocen los detalles de la votación. El nativo de Chicago deberá afrontar rápidamente retos considerables para una Iglesia que pierde terreno en Europa: finanzas, lucha contra la pederastia, descenso de las vocaciones... Pero también deberá aunar las diferentes corrientes de una institución donde coexisten sensibilidades culturales muy diversas, entre una Europa secularizada y unas periferias en expansión. Tendrá también que calmar a una institución sacudida por un pontificado salpicado de reformas y declaraciones fuertes, que a veces han sido objeto de fuertes críticas internas. Este hombre de escucha y de síntesis, clasificado entre los ‘moderados’, y conocedor tanto del terreno como del funcionamiento del Vaticano, era considerado uno de los favoritos para suceder al Papa Francisco. Los cardenales han optado entonces por la continuidad, aunque este estadounidense, creado cardenal en 2023 por Francisco, que llevó su ascenso al Vaticano, debería ser más formal que su predecesor, que había sacudido la Santa Sede con su ejercicio personal, incluso frágil, del poder, irritando a la jerarquía vaticana.