Hace unos días vi a un ‘sintecho’ llorar porque la policía se llevaba a su perro con el argumento de que el animal estaba sin registrar. Resultaba impresionante observar a aquel hombretón –medía cerca de dos metros y era bastante corpulento– llorar como un niño mientras se abrazaba al cuello de su mascota. Y cuando los agentes se llevaron al perro, se sentó en un banco, desconsolado.
No es para menos. Un estudio de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universitat Autònoma de Barcelona y la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales refleja que el 74% de las personas sin hogar considera a su perro como su principal fuente de apoyo social. Según la encuesta, esta red de apoyo social de estas personas está constituida en un 33% por perros, seguidos por los amigos (18%), los trabajadores sociales o psicólogos (18%), los familiares (15%), la pareja (11%), los vecinos (3%) y Dios (2%).
Y el 93% de los encuestados, preguntados por quién creen que jamás les abandonaría, mencionó en primer lugar a su perro, el mismo porcentaje que considera que es con su perro con quien comparte más momentos felices o divertidos y el 90% con el que muestra más afecto. Por eso me alegré cuando dos días después le volví a ver. Había recuperado a su perro... y su sonrisa.