El voto pertinaz de los pollos

Andalucía lleva tres décadas sin recortar su atraso pese a la recepción de ayudas

19 mayo 2017 23:16 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:34
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Hay un argumento que señala insistentemente a Andalucía: ‘debería haber alternancia por higiene democrática’. La frase se repite más que el ajo. Y es un argumento peligroso, aunque todos hayamos recurrido alguna vez a él de algún modo. También es falso, y seguramente estúpido. Más vale asumir pronto la realidad: la higiene democrática no impone la alternancia. A ver, ¿Baviera es un estado antidemocrático? Allí ganan los socialcristianos del Partido Popular desde 1947; durante casi setenta años. Nadie, ni en Alemania ni en Europa, se atrevería a negar la democracia en Baviera; tampoco el PP. Así que más vale descabalgarse del tópico y razonar sobre eso.

De entrada, ¿quién establece la línea roja a partir de la cual ha de haber alternancia por higiene democrática? En Andalucía ese argumento es recurrente desde las elecciones de 2000, tras seis victorias consecutivas. Un plazo razonable. Bien, en Madrid van a por la sexta. ¿Si gana el PP habrá que denunciar una higiene democrática fallida? Bobadas. Rita Barberá de hecho va ya a por su séptima. ¿Alguien le reclama alternancia con denuncias de poca higiene democrática? En Castilla y León, salvo la primera, siempre PP, y van a por el octavo triunfo; y en La Rioja pasaron por un mandato socialista y volvieron a lo de siempre. ¿Alguien cree que por higiene deberían perder para que haya alternancia? Es bastante ridículo.

El motivo por el que Andalucía debería cambiar no es la higiene democrática sino el fracaso de la gestión. Mientras Baviera es una de las zonas más prósperas de Europa; Andalucía es Región infradesarrollada. Es decir, allí pueden sentirse con motivos para no cambiar; pero difícilmente en otros sitios, sobre todo Andalucía después de tres décadas sin recortar su atraso. El diferencial de PIB se mantiene incluso tras aplicar casi cien mil millones de fondos europeos. Las cifras de paro han empeorado; la presión fiscal es la más alta del país; los datos educativos no progresan demasiado. Ese sí que parece un buen motivo para cambiar. Claro que la ‘alternancia’ requiere un factor añadido: ‘alternativa’. Tal vez el problema no es que los andaluces sean lerdos, sino que el PP nunca ha sabido serlo en una comunidad sociológicamente difícil para ellos. Y Rajoy, con su táctica prepotente en esta campaña, va a menos en el reto de inspirar confianza. Sí, es cierto que además se ha implantado una administración clientelar, y eso dificulta la alternancia, pero también sucede en Valencia, Cataluña, Madrid o Euskadi, sin cuestionar la democracia. Detrás del argumento hay, en fin, un paternalismo irritado hacia Andalucía, a cuyos ciudadanos se trata de borregos o pollos de corral a golpe del ‘pitas, pitas, pitas’ de Aguirre. Pero esa táctica de culpar a los ciudadanos por no votarte sí que transmite, además de espíritu perdedor, una mala higiene democrática.

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