Fuentes del Govern, de Renfe y de ADIF comparten la misma preocupación y certeza: esto va para largo. El caos ferroviario no es pasajero. Llevamos años sufriéndolo de un modo u otro, pero ahora es la madre de todos los problemas. De esos problemas que parecen encarnar a la perfección lo que se conoce como Cisne Negro. Algo imprevisto que lo cambia todo. En este caso no es que fuese imprevisto, pero con lo que no se contaba era con la reacción de los usuarios primero y del territorio después. Porque para capear el temporal primero hay que darle al César lo que es del César y después ser capaz de proponer algunas medidas de carácter inmediato. Porque para lo que sabemos hasta ahora no hacían falta tantas reuniones: más personal y un trato exquisito era algo que no debería ser novedad, debería ser rutina. Y hay que recordar que ha habido personas en Renfe que siempre han estado al pie de cañón y su trato ha sido impecable. Que no digan que lo harán ahora, que algunos ya lo hacían de motu propio.
Dignitat a les Vies
Sin la presión de los ciudadanos afectados por el corte de las vías el pasado 1 de octubre de 2024 nada de esto sería igual. Se han movilizado con responsabilidad, con pasión y con sentido del humor (había días que no les quedaba otra). Es a ellos a quién hay que rendir homenaje. Ni partidos políticos (que se apuntan al carro AHORA) ni entidades como la ANC que aprovechan que el río suena. La gente anónima y su grupo de WhatsApp, Ana Gómez y los suyos. Estos son los héroes.
Tuvo que explotar Barcelona
Sin los problemas en la catenaria de Barcelona, la movilización gubernamental a la que asistimos sería improbable. Improbable porque no es lo mismo que tengas la principal estación del país en pie de guerra durante un fin de semana, a que tengas a 15.000 tarraconenses sin saber cómo llegar al trabajo cada día durante meses. La ironía estos días no está de moda pero decirlo de otro modo sería imposible. Ha tenido que pasar en Barcelona para que se tomen medidas. Es triste, pero es así.
Prolongar abonos
Esto va para largo. No se solucionará mañana. Más allá de que «ahora» los usuarios reciban un trato exquisito o que se destine más personal para controlar que no se nos rompa la catenaria, sería imprescindible que todo este desaguisado no nos cueste más dinero. Ya lo pagamos con nuestros impuestos. Que prolonguen los abonos a todos. Que no paguen la fiesta los mismos de siempre.