El cambio que necesita el PP de Tarragona

Amigos afiliados, simpatizantes, o simplemente lectores, es un momento difícil para mí, promover ese tan necesario cambio, pero a quien va dirigido es a los dirigentes que, más que políticos que ya llevan años ocupando cargos de responsabilidad y que desgraciadamente hacen de él su modus vivendi y, creo sinceramente, que seguir sentados siempre en las mismas sillas es un grave error y puede dar lugar a conductas que rayen en la prepotencia y en algo más que, de momento, prefiero callar.

Empezaré con Rafael Luna, que hace unos días en un Comité Ejecutivo, formado por cinco de sus amigos, con nocturnidad y alevosía, se eligió secretario general provincial. Pienso que estos actos deberían realizarse con gran asistencia de afiliados y, por qué no, con algún candidato alternativo, lo que daría sensación de verdadera democracia interna. Así llegó a senador por designación digital autonómica, que diferencia al resto de senadores que lo son por elección popular. Siendo diputado autonómico apoyó la propuesta del Ayuntamiento para construir en San Pedro y San Pablo (primer barrio de Tarragona) la construcción del Instituto de enseñanza secundaria, pero al llegar la propuesta al Parlament, el Sr. Luna votó que no, obedeciendo a la voz de su amo CiU y desoyendo a su partido. El periodista Sr. Robert Casadevall i Camps describía textualmente la noticia como: «la indignación del barrio por la doble actuación del PP, haciendo notar que al contrario el concejal Joan Vallvé, tuvo la dignidad personal de dar las pocas explicaciones que podía dar, lamentando las excusas peregrinas con las que el Sr. Luna se había justificado.

La segunda «joya» es el concejal portavoz en el Ayuntamiento de Tarragona, que, en los plenos, suele estar siempre callado. El señor Martín recogió la herencia de siete concejales y en dos legislaturas los ha dejado en solo dos y, según las encuestas, si el efecto Feijoó no lo remedia, podemos quedarnos con un solo concejal.

La tercera pieza, en este desaguisado, es el señor Alejandro Fernández, que desde su tierna juventud siempre se ha ganado la vida con la política, una forma pero que muy cómoda y sin responsabilidades. Empezó como concejal con actuaciones que rayan en lo reprobable y como premio, a su piquito de oro, llegó a diputado autonómico y presidente del partido en Cataluña, aunque en cada elección haya ido perdiendo diputados no pudiendo ni formar grupo parlamentario.

Dicen que ni en Gerona, ni en Lérida lo quieren ver por allí y en Tarragona como tiene a sus amigos, pues como pez en el agua. Pero venir y acercarse a los comercios y barrios para conocer su situación y defender sus problemas eso le suena a chino mandarín y Tarragona sigue siendo su gran olvidada.

Recuerdo que estos personajes, hace unos años, recibieron, en época electoral, un cheque de 200.000 pesetas de los constructores Carbonell Figueras y Colas al mismo tiempo que CiU y el PSC, pero la avaricia rompe el saco y cayeron en la trampa porque los segundos los devolvieron mientras que el PP lo cobró. Guardo la prensa de la época que da todos los detalles. En esos momentos yo era concejal portavoz del grupo popular y me enteré del hecho por la prensa. Al día siguiente ya estaba citado en el juzgado. Comparecí acompañado de mi abogado, y buen hermano Alberto, respondí a todas las preguntas que me formuló su señoría y al finalizar me comunico que no iba a emprender causa en mi contra, pero por las formalidades del procedimiento debería esperar a que se resolvieran los suplicatorios que se estaban realizando. Resultando felizmente que al mes siguiente me comunicaron que quedaba exonerado de cualquier culpabilidad. De mi partido aún espero una explicación, espero y deseo que esos dineros los hayan disfrutado sin ningún remordimiento de conciencia.

A partir de aquí llegó la operación para sacarme del Ayuntamiento. Una columna publicada en el Diari decía: «Dicen que Joan Vallvé va loco y se encuentra más solo que la una. Montero no hace ni caso, Mateu solo pendiente del Náutico y de la Diputación y Quico Ricomá ya tiene bastante faena con hacer de diputado en Madrid».

Pero lo que poca gente sabe es que días antes de las elecciones hubo una reunión Nadal-Ricomá en que el primero exigió que si querían, después de las elecciones seguir con la coalición, deberían excluirme de las listas. Pues, dicho y hecho, Vallvé a la calle.

Ya fuera de circulación a los pocos días el Diari publicó una columna de opinión firmada por Miguel Dueñas Muñoz que decía: «La pérdida del Sr. Joan Vallvé, con el que podré estar de acuerdo o no en sus posiciones políticas, pero que ha demostrado ser un currante político en cada pleno del Ayuntamiento. El PP ha decidido no llevarlo en las listas, allá ellos, porque a mi modesto entender pierden a la persona más conocida de su grupo entre los ciudadanos de Tarragona. En fin, a algunos partidos políticos no hay quien los entienda porque parece que tiren piedras sobre su propio tejado». Gracias Miguel.

Por todo lo expuesto, y más cosas que la prudencia me invita a callar, creo que estas personas deberían de una vez y sin perder tiempo «dar un pasa al lado».

Hoy he tenido uno más de los grandes disgustos y es que dos grandes amigos, ella doctora y el un gran profesional han declinado afiliarse al PP, ¿motivo?, uno sencillo mientras estén estos «matasietes y rajabroqueles» no tengo ningún amigo y conocido que se quiera afiliar.

Sé que algunos se preguntarán, ¿y por qué te metes tú en estos berenjenales? Pues muy sencillo. Primero, porque estamos en una sociedad muy pasota y poco implicada que solo se preocupa de lo suyo. Segundo, porque deseo despertar esas conciencias dormidas y volver a luchar por una Tarragona más justa y solidaria que debería sentirse querida y no usada por esos políticos que desgraciadamente tenemos en casa. Que Dios, la buena y honrada gente del Partido Popular me perdonen.