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    Un golpe de genialidad: entre democracia y federalismo

    Gobernar en coalición nunca es fácil: por mucho que se pacten programas y se repartan funciones, la realidad es que se trata de una asociación de competidores que emergen en la sombra política

    16 junio 2022 12:10 | Actualizado a 16 junio 2022 12:13
    José-Daniel Vila Robert
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    La primera Constitución del Estado Federal suizo fue un golpe de genialidad. Tuvo en cuenta a los cantones y preparó así el camino hacia la mayor democracia posible. No obstante, estuvo lejos de ser algo perfecto. Las crisis persistieron y muchas cosas siguieron siendo injustas. El 12 de septiembre de 1848, el Tagsatzung de la Confederación Suiza aprobó la primera Constitución del Estado federal. En su redacción participaron representantes de todos los cantones, que se reunieron en lo que hoy es el restaurante bernés Zum Aeusseren Stad. En menos de cincuenta días habían redactado la primera ley fundamental de la democracia suiza. Solo dos días después de su aprobación oficial, se convocaron las primeras elecciones al Consejo Nacional; fue el signo más visible de la joven democracia que acababa de crearse. Había que elegir a los representantes del pueblo, repartidos ordenadamente según los cantones. Posteriormente, el Consejo Nacional y el Consejo de los Estados, debían decidir conjuntamente los miembros que compondrían el Consejo federal, es decir, del Gobierno nacional.

    El 12 de septiembre de 1848, el Tagsatzung de la Confederación Suiza aprobó la primera Constitución del Estado federal. En su redacción participaron
    todos los cantones

    Era ya el tercer intento de crear una democracia moderna. El primero estuvo impulsado por Francia en 1798 y fracasó estrepitosamente al cabo de cinco años. El segundo fue iniciado en 1830 – 1831, por los primeros cantones democráticamente constituidos y se hundió bajo la oposición simultánea de conservadores y radicales. El tercer intento tuvo éxito porque fue un sabio compromiso entre los principios de la democracia pura y el federalismo puro. El Estado federal supuso para la emergente economía industrial disponer del mayor mercado interior posible. Y, además, contó con la aprobación diplomática de Gran Bretaña.

    Pero nada de esto hubiera ocurrido sin la última guerra civil en Suiza, que tuvo lugar menos de diez meses antes de la fundación del Estado. Además, contribuyó en gran medida a dar forma a todo el proceso. Lo que Suiza consiguió en 1848, había fracasado en todos los países del entorno. Hubo revoluciones burguesas en París, Múnich, Berlín, Viena, Palermo y Venecia. Pero ninguna logró crear un Estado duradero. Los monarcas siempre recuperaban el poder.

    En mi opinión, el salto a la modernidad democrática también fue arriesgado en Suiza, pues no podía derogar el vigente Tratado Federal de 1815. Simplemente, se aceptó que siguiera en vigor. Las elecciones de 1848, dieron una victoria abrumadora a los Freisinningen, como se llamaban entonces los liberales y radicales unidos. Consiguieron una mayoría de cerca del 70 por ciento en la Asamblea Federal. Así, los miembros de esta coalición pudieron configurar la elección del Consejo federal según sus propias ideas. Berna, Zurich y Vaud recibieron cada uno un escaño permanente en el Consejo federal, y los demás cantones tuvieron que repartirse los cuatro restantes.

    Solo dos días después de su aprobación oficial, se convocaron las primeras elecciones al Consejo Nacional; fue el signo más visible de la joven democracia que acababa de crearse

    El 16 de noviembre de 1848, fueron elegidos siete miembros del Freisinning, un claro símbolo de cambio. Representaban diferentes tendencias, desde los liberales moderados a los radicales descarados. De este modo, se sintieron lo suficientemente legitimados como para poder derogar el antiguo Tratado Federal. La ciudad de Berna se convirtió en la sede del Parlamento y del Gobierno. No era la capital, pero sí una ciudad federal. A pesar de seguir el modelo americano, había no obstante dos puntos de fricción: la composición del Parlamento y la elección del Consejo Federal. En el caso del Parlamento, se optó finalmente por un sistema bicameral equilibrado. En el caso del Consejo federal, se prescindió de una elección popular según el modelo estadounidense y, en su lugar, se decidió tener un gobierno colectivo, decidido por el Parlamento.

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