El décimo en el buzón

He de admitir que me encantan las historias que están detrás de la Lotería de Navidad, ese sorteo especial que abre de forma oficiosa estas fiestas y que suele dejar un reguero de millones por todo el país y, al menos en mi caso, el consuelo de tener salud para seguir jugando un año más, entre otras cosas.

Y es que se trata de un sorteo especial, no tanto por el dinero que ofrece en premios –cualquier semana La Primitiva da bastante más por mucho menos– como por su peso en la tradición y ese rasgo tan distintivo que invita a conjugar el verbo compartir. Sí, amigos, familiares, compañeros de trabajo... es común que compartan un décimo –o dos–. Y es esta peculiaridad la que da pie a tantas historias entrañables alrededor del Gordo.

Como la de ese benefactor anónimo que ha depositado dentro de un sobre sin remitente un décimo en el buzón de cada una de las 13 familias que residen de forma permanente en la aldea de A Vila, en el municipio de Lobios (Orense) y que ha convertido la búsqueda y la identificación de esa buena persona en el principal pasatiempo del pueblo, cuyos habitantes, agradecidos, no dejan de hacer cábalas sobre quién ha podido ser el autor de tan agradable gesto.

Quizá nunca lo sepan. Y eso es lo bonito de este tipo de acciones. Por cierto, el número es el 02854 y al parecer el benefactor anónimo lo adquirió en Teruel. Pero no lo busquen; se agotó apenas salir la noticia en la televisión. Cosas de la lotería de Navidad.