El duque sin carnet

He leído una noticia que a uno le reconforta con la Justicia. Al menos, con la del Reino Unido. La historia comienza con la prohibición al duque de Norfolk de conducir un vehículo durante seis meses. Y es que quien ya había perdido nueve puntos por dos multas recientes por exceso de velocidad no debería hablar con un teléfono móvil mientras se salta un semáforo en rojo. Pero lo que me ha parecido genial, además de ejemplar, es que los jueces no han cedido pese a que el infractor es uno de los principales organizadores de las ceremonias fúnebres por la reina Isabel II y que alegó que su próxima misión –organizar la ceremonia de coronación de Carlos III– sufriría un grave trastorno sin él al volante. También dijo que «es casi imposible tener suficientes conductores para la tarea de llevarme al lugar correcto para ver avefrías» en los humedales de Sussex próximos a su castillo. ¡Qué lástima, pobrecillo! Pero la magistrada no debe ser aficionada a la observación de pájaros, pues no le conmovió la posibilidad de que, como consecuencia de la sanción, «colapsara la naturaleza» en torno al castillo. Ni siquiera se dejó presionar por la abogada del duque, que esgrimió que este «debe tener movilidad para organizar un evento enorme que será otro espectáculo mundial». Podrá hacerlo, pero con un chófer. Porque los jueces mantuvieron la suspensión y le multaron con 900 euros. Qué bueno que al menos en algún lugar aún tenga vigencia aquel principio de que la ley es igual para todos.