La cobardía de atacar a un sintecho

Leo con cierto alivio que el titular del Juzgado de Instrucción 27 de Barcelona ha decretado prisión provisional, comunicada y sin fianza para el hombre que presuntamente intentó quemar a dos indigentes en la Ciudad Condal el pasado viernes, en una causa abierta por dos presuntos delitos de homicidio en grado de tentativa y un delito de incendio.

No sé qué puede pasar por la mente de un individuo para que la emprenda de este modo con alguien tan vulnerable como esas personas que, por diferentes circunstancias de la vida, se ven obligadas a dormir en un cajero, en el mejor de los casos, o en un banco de un parque. Me cuesta entender que esta pobre gente pueda suscitar odio en lugar de lástima y comprensión. Debe de ser fácil para esos que van por la vida ejerciendo de matones meterse con los más débiles.

Quizá cambiarían su actitud si entendieran que un mal día, por un golpe de mala suerte o una mala jugada de la vida, ellos también podrían pasar a formar parte de ese grupo de personas que duermen en la calle, que no tienen un techo bajo el que cobijarse. Sí, porque cualquiera puede verse abocado a esta situación. Por eso una agresión a este colectivo, además de una cobardía, es un ataque a toda la sociedad.