La voz de los niños

El lunes, Día Mundial del Medioambiente, muchos niños realizaron en sus aulas trabajos relacionados con la necesidad de ser más sostenibles e incluso algunos alumnos, como los de la Escuela El Miracle de Tarragona, marcharon en una especie de manifestación para hacer llegar sus propuestas al Ayuntamiento. Allí iban los escolares, con pancartas elaboradas por ellos mismos, defendiendo un uso más racional y responsable del agua –«la taza del wáter no es una papelera», decía una niña–, apostando por el reciclaje, exigiendo reducir la huella de carbono potenciando medidas como la de facilitarles ir caminando al colegio... Sí, las escuelas son lugares ideales para comenzar a inculcar la sostenibilidad. Los niños pasan muchas horas ahí, donde se pueden implementar programas para fomentar la conciencia ambiental en los estudiantes de forma divertida. Y cometeríamos un error los adultos si solo viéramos en esas acciones, en esa manifestación del lunes, una ocurrencia graciosa. Porque son ellos, los niños y los jóvenes, los más concienciados con la necesidad de cuidar el planeta, no en vano serán también ellos los que paguen muchos de los errores que hemos cometido las generaciones anteriores, más pendientes del dinero que de dejarles un mundo donde poder vivir. Sí, estaría bien que les escucháramos, que tuviésemos en consideración sus propuestas. Porque ellos, con su inocencia pero también con su conciencia, nos pueden dar muchas lecciones que deberíamos no solo aprender, sino también aplicar. Oigámosles. Por nuestro bien. Por el suyo. Por el de todos.