Racismo y brutalidad

La muerte de Tyre Nichols, de 29 años, a consecuencia de la paliza que sufrió tres días antes a manos de cinco policías de Memphis, ha vuelto a llevar las protestas contra la brutalidad policial a las calles de Estados Unidos, un país que tiene un serio problema con algunos de sus agentes. Los hechos ocurrieron el pasado día 7, cuando el joven regresaba en coche a casa de su madre. Según el atestado, le dieron el alto por «conducción imprudente», aunque la jefa de la Policía de Memphis, Cerelyn Davis, declaró el viernes que no tenía pruebas de que el sospechoso hubiera infringido ninguna regla de tráfico. El caso es que cinco agentes la emprendieron a golpes con él. Una salvaje agresión en forma de una lluvia de puñetazos, porrazos y patadas, así como descargas de pistolas eléctricas, mientras el cuerpo de la víctima iba de un lado a otro, maniatado, como una piñata que recibe inerme las embestidas de los policías. Se trata de un nuevo caso de racismo, aunque los agresores fueran también afroamericanos. Porque estoy convencido de que estos energúmenos no se hubieran empleado con semejante saña ni con tanta violencia si el detenido fuera un hombre blanco. Racismo y brutalidad policial. Sí, pocas cosas hay tan graves y tan dañinas para la credibilidad de las instituciones que quienes deben velar por la seguridad y cuidar a las personas sean quienes las torturan y las matan. Por eso debe caer sobre estos asesinos todo el peso de la ley. ¡Basta ya!