Regresa el pelotón
de fusilamiento

La realidad nuestra de cada día está plagada de ejemplos que demuestran que el tiempo pasa, pero, a pesar de la tecnología de la que nos hemos rodeado y de los innegables avances sociales, en algunos aspectos es muy poco lo que hemos evolucionado.

Si albergan alguna duda, les invito a dirigir la mirada hacia esa cuna de la modernidad que creemos que es Estados Unidos, concretamente a Idaho. Y es que allí, lejos de abolir la ya deplorable medida de la pena de muerte, el pelotón de fusilamiento está a punto de dejar de ser una escalofriante imagen del pasado para volver a ser una realidad en pleno siglo XXI.

En efecto, ante las dificultades para conseguir las sustancias que lleva la inyección letal porque más de un laboratorio farmacéutico se niegan a facilitarlas –olé por ellos– ya que no quieren que su marca quede asociada a un asunto tan polémico como es la pena capital, el gobernador de este estado –el republicano Brad Little–, que ni se plantea detener las ejecuciones, ha tenido la ‘feliz’ idea de recuperar el fusilamiento para los condenados a muerte.

De nada han servido las quejas de las organizaciones de derechos civiles por devolver al presente un método de ejecución «espantoso» y «arcaico» que provoca que las personas que mueren de esta manera «sufran, con toda probabilidad, niveles extremos de dolor y de tortura».

Lo dicho, hemos evolucionado muy poco.