Implosión electoral

La baja participación, la abstención del soberanismo de izquierdas, la desaparición de Ciudadanos y la entrada de la extrema derecha marcan la nueva radiografía que los resultados de las elecciones municipales dejan en Catalunya.

Unos comicios donde el PSC vuelve con fuerza, muy al contrario de la tendencia en el resto del Estado, donde el mapa se tiñe del azul del PP y que ha supuesto el adelanto de las elecciones generales por parte de un Pedro Sánchez que se la juega forzando a los progresistas a decidir si se movilizan para impedir un gobierno PP-Vox.

Una clara apuesta por el supuesto voto útil, para no dejar tiempo a que afloren disputas internas con los barones socialistas y para aprovechar mediáticamente su presidencia rotatoria del Consejo de la UE que se iniciará el próximo 1 de julio.

Para la constitución de los nuevos ayuntamientos el próximo 17 de junio tendrá una gran relevancia el intercambio de poderes entre los partidos en los diferentes consells comarcals y, sobre todo, en las cuatro diputaciones provinciales donde tantos recursos económicos están en juego.

A la vez, ERC, las diferentes almas de Junts, la CUP y los Comuns tendrán que decidir cuál es la estrategia a seguir en la reivindicación soberanista y en la defensa de los derechos y libertades para poner freno a la oleada reaccionaria, también a la que supone la entrada en diferentes ayuntamientos catalanes del independentismo de extrema derecha.

A nivel estatal los populares necesitan el apoyo de Vox para gobernar en muchos municipios y comunidades, excepto en el paradigmático Madrid de las mayorías absolutas.

Una campaña que a nivel estatal ha girado en torno a la ocupación, la inseguridad y ETA. Un marco de debate político construido interesadamente y magnificado por la derecha y la extrema derecha y los medios de comunicación y poderes afines, donde socialistas y Unidas Podemos se han visto atrapados y arrastrados. Las pensiones, la sanidad, la educación, el trabajo digno y la vivienda asequible han quedado relegados a un segundo plano en una clara tendencia a la polarización generalizada y al voto reaccionario.

Estos resultados abren una nueva etapa política poniendo fin al ciclo iniciado en junio de 2010 con el procés catalán y en mayo de 2011 con el movimiento del 15-M. En este sentido, la precipitación de las generales para el 23 de julio acabará de configurar el nuevo mapa político estatal y unas mayorías en las instituciones que serán las encargadas de gestionar las políticas públicas y el rumbo del Estado en un contexto altamente incierto y volátil a nivel europeo y global.

Es en este contexto donde el Govern de la Generalitat, con una minoría absoluta y una mesa de diálogo y negociación liquidada, tendrá muchas dificultades para resistir esta implosión electoral generalizada que le podría arrastrar también a poner fin a la legislatura.

Finalmente, los nuevos gobiernos locales y autonómicos serán los encargados de ponerse manos a la obra con los diferentes proyectos otorgados a través de los fondos europeos Next Generation para la transformación digital y ecológica que marca la Unión Europea para hacer frente a la emergente crisis climática. Un rumbo para avanzar o retroceder en el desarrollo sostenible en la línea de lo que establece la Agenda 2030 de la ONU y que en las próximas elecciones generales también está en juego.