Carmela Polimeni nació en New Jersey hace 92 años. Otros tiempos. Casi en blanco y negro. Murió hace unas semanas. No tenía hijos, ni parientes, ni amigos. Nadie reclamó su cuerpo. La funeraria local puso un anuncio en el periódico (maravilla de la prensa local que sirve para encontrar almas buenas) para anunciar su muerte y la situación en la que se encontraba la señora Polimeni. Sesenta personas respondieron y decidieron asumir los costes del funeral, de la piedra tumbal y las cuotas del cementerio. También asumieron los gastos de las flores, los músicos y el coro. Muchos de ellos asistieron a las exequias. Carmela Polimeni reposa en paz. El mito de Antígona resuena en esta historia. En las primeras dos líneas de la primera estrofa de la obra de Sófocles el coro dice que había muchas cosas extrañas en la Tierra, pero nada más extraño que el hombre. Capaces de abandonar a nuestros mayores, de aparcar sus últimas horas en esta tierra en un pasillo interminable, vacío y en soledad, también capaces de socorrer al cuerpo ya inanimado, y otorgarle un último honor: el de recibir sepultura, el de reposar en tierra santa. No todos pueden decirlo. Antígona lo sabía, y murió por ello.
Antígona
28 agosto 2024 20:17 |
Actualizado a 28 agosto 2024 22:31
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