El mes de la nostalgia , dicen. El mes corto, del frío, de la oscuridad. Pero seamos positivos: febrero no es enero. Febrero es un mes normal y tiene 28 días, no 365 como enero. Es un mes que no requiere de nosotros gran cosa. Enero es muy exigente con eso de las resoluciones y los cambios, y ser positivos. Enero es un infierno. Febrero es bien. Te comprende, no te exige, te deja vivir. Febrero, pijama, manta, series de TV y poco más. Calçotadas en estas tierras y 16 días de digestión dromedaria. Es un mes que te permite creer que el paraíso es enrollarte un monje en el Tíbet, con su cueva, su paz y ver el Nirvana.
Sobre la nostalgia , en febrero, cuidado que es tramposa. Parece una brisa ligera, pero en realidad es un huracán de recuerdos innecesarios. Entras en Spotify buscando algo animado y, sin saber cómo, acabas escuchando canciones que solo sirven para arruinarte el día. La música es lo primero que reconocemos y lo último que olvidamos. Los que hemos vivido con el Alzheimer cerca lo sabemos. Te pones los cascos animada, y de repente, te acuerdas de cosas que no necesitas recordar, como aquel mensaje que nunca te respondieron o aquel amor de juventud que ahora lleva pantalones de pinzas y se ha comprado un Porsche o la distancia entre tú y la chimenea de París que es la distancia entre la realidad drámatica y el sueño. Feliz febrero.