Sálvame siempre me pareció una apuesta arriesgada pero inteligente. Es como pretender hacer una canasta de comodines o un órdago a la grande, no siempre sale, pero seguro que cuando lo hace es sensacional. Esa fórmula televisiva no fue siempre un acierto pero la conexión que tenía con su público no la ha superado nadie. Broncano y su Revuelta van en esa línea, pero aún no han llegado. Sálvame era un programa que respetaba tremendamente lo popular, el voyerismo, lo histriónico, pero también lo cercano y lo auténtico. Lo cierto es que casi nadie se atreve a defender a estas ideas porque te tachan de todo. Pero todo el mundo las ve. Es como la extrema derecha, nadie la vota, pero cada elección suma escaños. Es infinitamente más literario el mundo que crea Óscar Cornejo, tiene mucho más de ‘Episodios Nacionales’ o de Larra, que no otros pretenciosos programas que los pretenden ir de modernos. Lo moderno, es la receta para el desastre. Cornejo es «nostre». De Bonavista, de Tarragona, y se refugia en nuestra ciudad siempre que puede. Es más listo que el hambre por ello ofrece a la gente un momento de respiro (que falta nos hace). Regresa a la tele y lo hace en TVE. Poca broma. Sus programas no nos harán conocer el secreto del núcleo de una célula ni de una mitocondria. Pero nos dirán para qué narices tenemos células: para escuchar al otro.
Óscar Cornejo
04 mayo 2025 21:56 |
Actualizado a 05 mayo 2025 07:00

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